Llevaba tres meses encerrado en la base, recibiendo entrenamiento. Y estar en este lugar era definitivamente mil veces peor que la fábrica, lo cual nunca creí que fuera posible.
Mi pelotón estaba a cargo del teniente Jeon Jung Kook; el cual para mí, era el hombre más enigmático que había conocido a lo largo de toda mi vida. No me creía el hombre más maduro y claramente no era el más longevo, había varias personas mucho más adultas que yo, a simple vista se podían notar que yo era parte del promedio con mis 34 años. Sin embargo, Jung Kook era un chiquillo de apenas 26 años, pero su duro carácter hacía que por inercia se me erizaran los bellos de la piel y lo único que pasara por mi cabeza, fuera hacerle caso en cada una de sus instrucciones, sin siquiera cuestionármelo.
El teniente Jeon, la mayor parte del tiempo era ese hombre serio, que nos daba órdenes todo el puto día; pero contadas veces, se asomaba una cautivante sonrisa de conejo, que lo hacía lucir adorable e incluso más joven de lo que realmente era. Por algún motivo, cuando ello ocurría no podía despegar mi mirada de su rostro, siempre pensé que la sonrisa de mi esposa era la más hermosa que había visto en toda mi vida, pero definitivamente la sonrisa de este chico estaba en un nivel totalmente diferente.
A lo largo de todos estos meses, no habíamos llegado a cruzar más de tres palabras, que en su mayoría habían sido simples y escasos monosílabos.
Me separé un poco del resto de mis compañeros, mientras estos yacían tendidos en el piso intentando recuperar el aliento, me dirigí hacia una pileta para poder mojar mi rosto y poder beber algo de agua, ya estaba por anochecer y todos estábamos jodidamente exhaustos, lo único que quería era asearme un poco e irme directo a la cama.
Estaba tan concentrado lavando mi rostro, que me exalté cuando al levantar la vista vi un par de ojos negros como la noche, mirando en mi dirección. Solté un pequeño gemido por la sorpresa y mi cuerpo pego un pequeño salto; al notarlo, el teniente Jeon soltó una pequeña risa.
—Debes estar más pendiente de tu entorno Park, el enemigo puede estar asechando en cualquier lugar.
—Si señor —dije un poco avergonzado.
—Puedes decirme simplemente Jung Kook, cuando no estemos en servicio.
—Está bien señor... d-digo Jung Kook —¿Podía avergonzarme más a mí mismo? — gracias, tú puedes llamarme Ji Min.
—Bueno, soy tu mayor así que pensé que ya tenía ese derecho —no pude evitar reír, sabía que me veía joven, pero no tanto para que este chiquillo se sintiera mayor que yo.
—¿Qué edad crees que tengo Jung Kook?
—No sé... ¿24? —dijo, intentando adivinar.
—Has herrado por 10 años de diferencia —dije, sin poder evitar sonreír en su dirección.
—¿Es broma cierto? —preguntó escéptico— no puedes tener... ¡34! —su rostro era todo un poema.
—Ahora si has acertado... efectivamente tengo 34 años; pero gracias por pensar que era incluso menor que tú, me siento alagado.
—No esperes que te traté de Hyung —dijo, aún con los ojos abiertos como platos, pero con un deje de simpatía en voz.
—Oh, no te preocupes, no me lo esperaba realmente... no olvido que a pesar de que soy mayor, eres mi teniente y lo quiera o no mi vida está prácticamente en tus manos. Así que conmigo, puedes ahorrarte las formalidades.
—Así que... Park Ji Min, 34 años... ¿casado?
—¿Me estas analizando?
—Más bien haciendo un perfil, aunque no lo creas mi vida también esta hasta cierto punto en sus manos y de todos, eres el único que no terminó medio muerto en el piso, luego del entrenamiento. Solo por eso, ganaste puntos extras y una parte de mi confianza —respondió el chico, con total sinceridad.

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Three Lives
Fanfictie➵ Un amor prohibido, un fugaz encuentro y una hermosa concidencia. En la antigua Corea, tenian la creencia de que reencarnamos tres veces en este mundo, en distintas épocas, con diferentes cuerpos, pero con una misma alma. Jimin y Jungkook se reenco...