John, Giovanna y la pequeña Julia (2)

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Nos bajamos del jet sobre las ocho y media de la noche. Un coche nos llevó hasta la casa de la exmujer del embajador, Giovanna Laura. Tenía un gran chalé en Glenview, en un buen barrio.

Cuando llegamos, descubrimos que la policía de allí ya nos estaba esperando. Sólo había dos oficiales de policía. Parecía que no le habían dado demasiada importancia. La madre estaba retenida en el chalé, no forzosamente.

Uno de los oficiales nos guío por el chalé. Pasamos por el gran vestíbulo y por un pasillo que conducía a una pequeña salita equipada únicamente con una chimenea apagada, unos muebles llenos de alcohol y otros tentempiés extravagantes y dos glamurosos sofás separados por una mesita de madera.

La mujer, algo morena, con el pelo recogido elegantemente, pero algo alborotado, y con la cara maquillada, pero aun así llena de manchurrones, estaba desplomada en el sofá verde. Aunque había un vaso de coñac en la mesita, obviamente la mujer no había sido capaz ni de cogerlo.

-Buenas noches -se presentó el comandante. La mujer dio un respingo, sin embargo, recobró su estado de petrificada enseguida-. Soy el comandante Fernsby, soy el jefe del caso del embajador italiano Marco Andrea Brambilla. ¿Es usted Giovanna Laura Fiore?

-Sí, soy yo -musitó la pobre mujer.

-Está bien -el comandante avanzó y se posicionó frente a la mujer a paso militar-. Nos gustaría poder hablar con usted.

- ¿Es usted quién encontró a mi pequeña? -por primera vez, la mujer levantó la vista del vaso de coñac y miró al comandante con ojos suplicantes.

-Soy el responsable del caso, será mejor que hable conmigo.

-Dije expresamente que quería hablar con el policía que encontró a mi hija -Giovanna se puso de pie con violencia-. Siento mucho que haya tenido que venir de tan lejos para irse con las manos vacías, pero dejé bien claro...

-Hola -me presenté-, soy Martha Weatherby, la inspectora que encontró a Julia.

Al instante, la mujer se detuvo. Se desplomó en el sofá de nuevo y resopló, debía tener un nudo en la garganta.

-Está bien, inspectora, hablaré con usted -miró fijamente al coronel y dijo alto, claro y despacio:-. A solas.

Fernsby me dirigió una mirada seria de resignación. Hizo una señal a Hank y cerraron la puerta de la salita.

Me mantuve en silencio, esperando a que la mujer diese el primer paso. No era conveniente presionarla, de ahí que me presentase con mi nombre, como una persona normal, no como una policía.

-Aún parece irreal -musitó-. No me puedo creer que esto haya pasado.

La mujer se echó a llorar. Tuve que resistirme a mi instinto de acudir a ella y abrazarla. Tenía que ser profesional.

Esperé de nuevo a que la pobre mujer se calmase, e intervine.

-Señora Fiore, tengo entendido que quería hablar conmigo.

-Sí, eh, sí. Quería saber... Quería... ¿Cómo...? -soltó un sollozo-. ¿Cómo estaba mi hija? ¿Quién...?

-Todavía solo tenemos teorías. ¿Puedo hacerle unas preguntas? -la mujer agachó la cabeza-. Nos ayudarán a esclarecer todo esto.

-Está... Está bien.

-Me gustaría que se protegiera, podemos asignarla al programa de protección de testigos, o ponerle vigilancia policial en su casa. Está claro que sea quien sea está interesada en su familia, y pueden ir también a por usted. ¿Le parece bien?

Ser inerte PARTE 2 (Connor DBH) [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora