El interrogatorio

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Llegamos a la segunda planta, con la androide detenida, mediante una escalera de incendios.

Connor estaba allí, con la camisa abierta y el pecho lleno de Thirium, incluso su piel sintética se había retirado de algunas zonas de su cuerpo. Hank estaba furioso, maldiciendo a Gavin, que estaba tirado en el suelo, boca arriba. La agente comprobaba el cuerpo del androide muerto, hasta que nos vio llegar y se puso de pie.

—Vamos, ayudame a llevarla al coche —le dijo el oficial que me acompañaba, señalando con un movimiento de cabeza a la androide que sostenía—. Buen trabajo, teniente —dijo a Connor.

Connor comenzó a abrocharse la camisa cuando la agente y el oficial se llevaron a la androide.

— ¡Te dije que ese cabrón debería haberse quedado en comisaría! —me reprochó Hank, alterado, refiriéndose a Gavin. Yo miré a este preocupada. Seguía tendido en el suelo, inmóvil, con los ojos cerrados.

—Está vivo —me tranquilizó Connor con frialdad, y se agachó para comprobar al androide muerto—. Tiene el esternón fracturado y una costilla rota, pero le sigue latiendo el corazón. Sin embargo, yo llamaría a una ambulancia. La costilla rota le roza el pulmón, podría perforárselo al moverse.

Me acerqué y saqué una navaja de uno de mis bolsillos para cortarle el chaleco antibalas, abollado.

Hank siguió maldiciendo a Gavin y a los androides, muy enfadado, hasta que Connor lo detuvo.

—Acaban de mandar una ambulancia para acá. Será mejor que llevemos ya al androide a comisaría. Su memoria no está dañada, pero está muerto. Cuanto antes empiecen a trabajar en él los técnicos, antes obtendremos respuestas.

En silencio, Hank y Connor cogieron al androide y comenzaron a marcharse dejándome a solas con Gavin.

— ¿Estás bien? —le pregunté a Connor mediante lengua de signos, consternada, pero él me ignoró.

Intenté llamar su atención, pero siguió evitándome. Hank me miró, confundido, y luego entendió lo que pasaba.

—Si quieres hablar, habla —me dijo Connor, claramente molesto.

Obviamente no pude decir nada, y tuve que dejarlos ir. Esperé a que llegase la ambulancia, sola, hasta que Gavin comenzó a despertar.

Me puse en su campo de visión y le hice un signo para que parase.

— ¿Qué coño quieres? —dijo.

Le enseñé mi teléfono. Había escrito todo lo que Connor me había dicho sobre su estado, y lo leyó aturdido.

—Putos chalecos antibalas... Así que me tengo que quedar así, ¿no? Quieto en el suelo —asentí—. Joder...

Guardó silencio, intentando recobrar la consciencia totalmente.

—Oye, ¿es posible que me haya imaginado que pudieses hablar?

Le escribí en mi teléfono y se lo enseñé.

"En realidad no puedo. Solo he sido capaz estando borracha".

Gavin sonrió.

—Me gustaría verte borracha. Te imagino como las típicas que se pasan la noche llorando y dramatizando su mierda de vida, como hiciste cuando Hank y el hojalata volvieron a comisaría después de la revolución.

Hank y Connor tenían razón, era un capullo integral, pero al menos conmigo no estaba tan hostil como cuando estaba presente Connor.

—Bueno, ¿no vas a decir nada? ¿Habéis pillado a esos cabronazos?

Ser inerte PARTE 2 (Connor DBH) [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora