La boda

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Era el día de la boda de Kara y Luther.

Connor nos estaba esperando en la cafetería junto al motel el día siguiente. Llevaba su carísimo traje en un portatrajes, colgado en una silla. ¿Y los zapatos? Pues los llevaba puestos. No creo que estuviese demasiado cómodo.

Hank y yo fuimos a la cafetería al despertar y desayunamos con él. Hank fue al baño y Connor me habló rápidamente.

—Sé que lo hemos dejado pasar sin más, y que habrás entendido lo arrepentido que estoy de haberme comportado así, pero tenía que decirte lo mucho que lo siento. Siento haberme enfadado contigo por no haberme contado que podías hablar. No he sido para nada comprensivo, y debería haberlo sido. Lo siento muchísimo, Martha. Y siento también no haberte apoyado durante todo este tiempo. Un verdadero amigo habría apoyado a su amiga cuando más le necesitaba, y yo no lo he hecho.

Asentí en símbolo de aceptación de su disculpa. Hank volvió a la mesa, y terminamos de desayunar.

Volvimos al motel y dejamos colgado de la ducha el portatrajes de Connor. Hank y él discutieron sobre los zapatos de Connor, y el mayor le obligó a ponerse unos de deporte que había traído.

Fueron a salir de la habitación, y antes de abrir la puerta Hank se giró y me miró intrigado.

— ¿No vas a salir?

—No —signé distraída, rebuscando en mi maleta, mientras Connor traducía lo que yo decía—. Tengo que hacerme un recogido, planchar el vestido, maquillarme, vestirme y preparar el bolso, y solo tengo cinco horas.

— ¿No tienes tiempo ni para una visita a la ciudad? Connor se va mañana, así que hay que ver algo hoy los tres juntos.

—Ya visitaré la ciudad yo sola, disfrutad.

—Vamos, Marta, no me creo...

—Nunca subestimes a una mujer que quiere verse guapa —le cortó Connor, muy serio—. Aunque le dé tiempo, no se verá guapa y volverá a inventar algo nuevo que hacer.

— ¿Como cambiar de bolso? —le preguntó Hank incrédulo—. Solo se ha traído uno, y es una cartera, no creo que le quepa más que el móvil y un paquete de pañuelos para cuando se le salten las lágrimas.

Me giré en seco y ofendida le hice entender que yo no metía pañuelos en los bolsos porque ocupan demasiado espacio y no solía llorar.

—Cálmate, caray —me dijo Hank cuando me acerqué a él moviendo las manos frenéticamente.

Hank llevaba demasiados años soltero, se había olvidado de cómo tratar a las mujeres.

—Nunca subestimes el bolso de una mujer, aunque sea una cartera —volvió a intervenir Connor muy serio.

—Jesús —se quejó Hank malhumorado—. Venga, Connor, vámonos.

Salieron de la habitación y vi que Hank le ponía el brazo a Connor por encima de sus hombros.

—Menos mal que eres hombre, Connor, no aguantaría a otra mujer más en mi vida —le escuché decir.

~•~

Pues ya era la hora. Tenía que marcharme ya si quería llegar a tiempo a la boda. Me senté en la cama para ponerme los tacones, cuando escuché que un coche no paraba de pitar.

Me puse de pie y me miré en el espejo. Estaba espléndida. Lo que más me gustaba era el vestido, que tenía un poco de vuelo y al moverme se movía con gracia.

Fui al cuarto de baño para coger pintalabios y rímel (nunca se sabe) y cuando salí me encontré de repente a Connor.

—No te he escuchado llegar —le dije extrañada.

Ser inerte PARTE 2 (Connor DBH) [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora