De vuelta

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Connor se había enfadado conmigo. No me lo había dicho, pero era evidente. Por mucho que estuviese de acuerdo en haber cortado conmigo, no esperaba que yo tardase tanto tiempo en volver con él.

Seguro que estaba destrozado. Lo dejé por un problema mío, el no tenía culpa de nada y no podía hacer nada. Lo único que hizo fue ayudarme, y lo traté fatal.

Esto fue más o menos lo que me dije delante del espejo del baño mientras me lavaba los dientes, lista para volver al trabajo.

Echaba de menos tomar mi ruta usual al trabajo, y fue como respirar aire fresco.

Me quedé paralizada ante la comisaría. Los agentes, policías, investigadores, criminólogos, forenses, criminales y demás personas pasaban a mi lado, como si fuese un día normal. Pero para mí no era un día normal.

—Buenos días, Martha —me dijo un agente que salía de su coche patrulla. Habíamos coincidido en algunos casos—. Me alegro de que hayas vuelto. ¿Cómo estás?

—Bien, sí. Bastante bien, la verdad.

— ¿Y las heridas? —me preguntó sacando a un hombre esposado de la parte trasera del coche patrulla.

—Prác-c-ct-t-t-ti-tic-c-c-cament-t-t-te perfect-tas. El brazo es lo que peor llevo.

—Joder, ¿y ese tartamudeo?

—Es lo que mejor llevo, créeme —reí levemente.

—Bueno, me alegro de verte, tengo que llevar a este —dijo echando una mirada despectiva al esposado— a procesarlo.

Vi cómo se llevaba al hombre, ayudado por otro agente que lo acompañaba en el coche, y subía por los escalones que había a la entrada de la comisaría. Por esos mismos escalones caminé yo para entrar por primera vez después de meses en mi lugar de trabajo.

Había un gran revuelo en la comisaría. Entré con normalidad por la puerta que había a la derecha para entrar en los despachos. Todos los integrantes del cuerpo de policía corrían de allá para acá, casi volando.

—Ho-hola, buenos días —saludé a Wilson sorprendida.

— ¡Martha! Me alegro de verte de nuevo. ¿Cómo estás? —me preguntó

—Bien, muy bien, sí. Eh... —balbuceé distraída—. ¿Qué es todo est-t-t-te jodido revuelo?

—Tenemos un nuevo caso, uno gordo. ¡Del gobierno! Bueno, no todos, solo los "clasificados" —explicó con retintín—. A los pringados como yo nos toca hacer el trabajo sucio. Me alegro de verte, pero tengo que volver al trabajo.

Se alejó y se fue por un pasillo, en cuyo final encontré a Hank revisando unos papeles con un oficial. Me acerqué a él con una sonrisa a paso acelerado.

— ¡Hank! —le sonreí.

— ¡Martha! —me sonrió también, aunque noté cierto nerviosismo en su fugaz sonrisa—. Discúlpame dos minutos, Gerard.

—Claro, Teniente.

— ¿Cómo estás? —me preguntó Hank cuando el oficial se marchó.

—Bien. Feliz de haber vuelto. Aunque parece que no estáis muy bien, ¿no?

—Esto es un desmadre. Jeffrey se ha ido —señaló la vacía sala de nuestro jefe—, tiene un caso importante, y como soy teniente coronel me toca a mí toda esta mierda.

— ¿Dónde está? ¿Es eso del super caso que tenemos ahora?

—Sí, estamos desbordados. Todos estamos en el mismo caso. Pero solo los "importantes" —dijo con retintín— están en acción.

Ser inerte PARTE 2 (Connor DBH) [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora