Breve historia de cómo superar un trauma (2)

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Día 5

—Hola, Martha —me saludó el psicólogo—. ¿Cómo estás?

—Muy bien, sí.

—Bueno —se rio—, si estuvieses muy bien no estarías aquí. Supongo que estos días han sido difíciles, ¿no? Hace ya una semana que te dispararon.

Sin poder evitarlo, se me vino a la cabeza la sensación de estar cayendo y ver volar mi carne por el campamento que montamos en Comerica Park.

Las luces de la ambulancia, su sonido, las voces de los enfermeros, médicos y técnicos de ambulancia... Todo volvió a mi mente como si estuviese pasando en aquel mismo instante.

— ¿Martha?

—Sí, aq-q-q-q-quí est-t-t-... Jodidamente estoy.

—Genial. Cuéntame, ¿qué tal tu semana? He oído que Connor te propuso matrimonio. ¿Qué piensas sobre ello?

—No hay anillo —le enseñé mi desnudo anular.

—Bueno, no en todas las culturas es tradición. En España, por ejemplo, no es tradición, y tu madre era española, ¿verdad? Tal vez...

—No. Me dio... Me dio...

Saqué la libreta. Mi pedagogo me dijo que si tenía que decir una "palabra difícil" la escribiese, ya que eso aprenderíamos a intentar decirlo en dos semanas, si todo iba bien. Escribí la palabra "tuerca", y se echó a reír.

—Algo es algo. ¿Y qué piensas sobre esto?

—No lo sé —confesé soltando un suspiro—. Me da medio.

— ¿Casarte o Connor?

—Más bien los dos. Dije sí, y muy segura, mas ahora... Al día siguient-t-t-t-t-e de decírmelo ya no sabía si q-q-q-q...

—Si querías —me ayudó—, ajá. Sinceramente, opino que no debes casarte todavía. No me gustaría tener que verte aquí de nuevo justo el día después de tu boda.

—De t-t-to-t-todas formas, no c-cr-c-creo q-que haya ninguna p-po-p-po-p-p-posibilidad ya.

—Bueno, habéis estado viviendo juntos, ¿verdad?

Cogí la libreta con ímpetu y escribí "pero por separado".

—De acuerdo —se rio—, pero tranquila, no he venido a juzgarte. Sólo quiero saber cómo lo llevas.

—Eh... Bien.

Mentí.

Día 1

—Vale... —suspiró Hank al desplomarse en el sofá delante de Connor y de mí tras haber soltado lo que traíamos en el coche patrulla—. Tenemos varias posibilidades. Connor y yo podemos dormir en mi habitación y Martha puede dormir en la de Connor.

—Imposible —intervino Connor—. La estación de carga está instalada en mi habitación, y moverla de sitio... Ya sabes cuánto nos costó instalarla, Hank.

—Vale, vale, está bien.

—P-p-p-p-pue-pue-pu-p... P-p-puedo dormir en el sofá, Han —dije.

—No, no, de eso nada. Mi mujer me mataría si se enterase de que dejó dormir a la invitada en el lugar más incómodo de la casa. Connor, ¿de verdad que no puedes estar unos días sin cargarte?

—Creía que la estancia de Martha era indefinida. Si no sabemos cuándo volverá a su casa, tal vez necesite...

—Vale, a ver... Voy a arrepentirme de esto —musitó para sus adentros con fastidio—. Martha dormirá en mi habitación, Connor en su habitación, y yo en el sofá.

Ser inerte PARTE 2 (Connor DBH) [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora