12.

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Daryl salió de expedición con Rick, Michonne, Tyreese y Sasha.

Estaba en mi celda acostada viendo una fotografía, la única que me traje de Argentina. O al menos es la única que pude agarrar antes que el edificio de mi departamento sea invadido por caminantes. Si algún día voy a Atlanta otra vez, iré a recoger las demás fotografías. Eran una joyita, cada foto era una parte de mí. La que tengo ahora es mi familia, mis padres, cuñada, mis hermanos y mi sobrino.

Mi hermana María murió ese día que maté a esos locos de mierda, tan solo tenía dieciséis años, era una adolescente llena de esperanzas y ilusiones.

—Gómez. — miré la puerta. Era Beth, está cargando a Judith, es María en pinta, solo que no era rubia obvio.

—¿Qué?

—¿La puedes cuidar? Tengo que hacer algunas cosas con mi papá.

—Oh si claro. — me levanté de la cama y caminé hasta ella para cargar a la bebé. Beth me sonrió y se fue.

No me desagrada estar con una bebé, pero lo que quiero saber es que, ¿dónde pija está la mamá? ¿Se olvidó que tiene una cría en pleno crecimiento?

No se cuanto tiempo estuve jugando con Judith pero era re entretenido. Mire a la puerta porque me pareció ver alguien y no me equivocaba. Era la negra.

—Aquí te traje lo que necesitabas. — dijo dándome una bolsa. —Tambien te traje pastillas para el dolor.

¿Posta? Sos la mejor capa. — dije sonriendole.

Michonne agarró a la bebé y se la llevó, empezó a llorar y creo que ya era hora de su comida.

Guarde las cosas que por ahora no iba a necesitar y agarré la tableta de pastillas.
Saqué una pastilla y casi me la mandó a la boca pero una voz me interrumpió mi gran sueño de no sufrir.

—¿Qué haces? — dijo acercándose Daryl para sacarme la pastilla. La tableta ya la guardé.

—Dame la pastilla. — mandé.

—¿Qué es esto?

Que te tiene que importar a vos cara de verga, entregame eso que es mío.

—¿Te estas drogando? — pues lógicamente cuando te estás tomando una pastilla te estas drogando ya que esa mierda te hace efecto.

Que pregunta más boluda. — dije. Me acerqué a él. Tengo una idea. Me acerqué a sus labios, no lo besé pero estábamos muy cerca que poco a poco el estaba bajando la guardia y pude alcanzar la pastilla que estaba escondida en su mano derecha. Cuando la tenía en mis manos me la metí a la boca y bebí agua. El sabor amargo que tenía esa pastilla era una mierda.

—¿Por qué lo hiciste? — su tono de voz no era buena señal, uh parece que se enfadó.

—¡Ay! No vengas con tus pelotudeces ¿querés? Es para el dolor.

—¿Dolor? ¿Qué te duele? — pregunta preocupado.

¿No me digas que estás preocupado? — hablé con sarcasmo. Él no habló. —De verdad que no te entiendo, Daryl. Me evitas pero cuando estas conmigo actúas de una forma muy diferente. Decime, ¿me estás boludeando? Porque si yo soy la única enganchada mejor me consigo a otro pelotudo.

Me agarró la cintura y me acercó a él.

—No vuelvas a decir otra vez eso, por favor. — suplicó.

¡Epa! ¿Vos sos Daryl? — dije con un sonrisa. Me separé de él.

—Perdoname, no sé lo que estoy haciendo, no entiendo nada desde que apareciste. Ya no sé como tratarte, mirarte.

Estas dando a entender que te valgo una chota.

¿Qué? Lo tenía que decir.

—¿Qué carajos dijiste?

—Que no te importo, idiota. Te avergüenza que sea extranjera. Pues escúchame bien, Dixon. — lo empujé con mi dedo índice en su hombro. —No voy a estar perdiendo mi tiempo en un tipo como vos, ya estuve con varios que le valieron mierda mi vida y vos te demostras como que sos uno de los tantos. A mi nadie me rechaza por mi nacionalidad.

—Me dejaste sin palabras. — admitió. — pero Gómez. Entiendeme.

—No, vos entendeme a mi boludo. Me la pasó detrás de tu culo para que me des bola y vos ni la hora me das por estas haciéndote el orgulloso. ¿Quien sufre más? Lo dos, pero, ¿quién se lleva la peor parte del otro? Yo. Así que no me des argumentos innecesarios. — ay concha, estar indispuesta me hace sacar la parte más dramática y sentimental. Puto apocalipsis, puto andres, puto sean todos loco.

—¿Por qué lloras, Gómez? — dice acercándose. No respondí ni pija, estaba re ahogada con los mocos que tenía. Me abrazó y lloré más fuerte.

—Odio estar indispuesta, boludo. Odio estas sensaciones. Odio todo.

—Ahora ya entiendo porque la pastilla. Lo siento. Creo que no debí hacer tanto alboroto y que tuviéramos una discusión.

—¿Qué pija somos Daryl? — no lo mire.

—No lo sé.

Alta respuesta capo. — rodé los ojos.

—Déjame terminar. Como decía, podemos ser lo tú quieras. Desde hace rato te dije que te quería y no te pienso compartir con nadie.

Uh, sos tóxico igual que yo. Nos llevaremos mal y bien a la vez mi amor. — y me digne a mirar a sus ojos. Son hermosos.

—Habla Inglés. — mandó.

No sé me da la gana. — lo besé. Él no se negó.

¿Ya dije que chapa re cheto? Pues lo hace re bien, y no me imagino cuando lo hace... uh, ya me moje.

Que virga que sos Ivonne.



Una argentina en un apocalipsis [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora