07.

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Todo volvió a la normalidad, nadie murió y eso es bueno.

Rick me volvió a castigar por la cagada que me mande y ahora toy haciendo vigilancia en esta silenciosa noche.

Para contarles en lo poco que paso, es que estaba jugando con Carl a la pelota y yo le pegué demasiado fuerte que voló y le pegó a Rick en la cabeza y a una ventana que por suerte no es de nuestra área.
Pero fue re bueno el golpe que el cana quedó tirado en el piso por un rato.
Por estar riéndome me mando a hacer guardia y en serio que me estaba aburriendo. Pero no era impedimento no estar pensando en el flaco de Daryl, creo que ya estoy demasiado alzada, nunca perdí la costumbre de engancharme con el pibe que menos bola me da, el mendigo le da más bola a la canosa que a mí.

Muchos pensamientos pero escuché un ruido cerca de mi así que tenía que ver quién era. Y hablando del Rey de Roma.

—¿Que haces acá, flaco? ¿Me extrañas?

—No puedo dormir — ignoró mi pregunta, háblame de dignidad.

¿Estas seguro que sólo es eso o solo me querés tirar la onda y cogerme? Ahre — ya quisiera que me dé duro.

—Sabes que no te entiendo. — lo sé.

Es re lento a estas medidas que nos estamos conociendo, -bueno que lo molesto, porque el ni me habla ni me busca- se habrá dado cuenta que lo estoy chamuyando.

Si lo sé, lo hago a propósito. — reí.

—Quiero aprender español. — dice y yo traté de procesar las cosas. Me caga.

Claro que no mendigo, lo hago y me cagas todos mis chamuyos y joderte. Tal vez sólo te enseñe las puteadas pero nada más que eso, capo.

—Me desesperas a veces.

—Uh, ¿y por qué? — pregunte curiosa.

—Hablas español o Inglés, decídete. Los dos acentos me vuelven locos y tú más.—  no sé si tomarlo como un chamuyo o como una ofensa.

Me la juego, porque si fuera por éste flaco me cago muriendo.

—¿Te vuelvo loco? — cada palabra que decía me iba acercando, hasta que quede muy cerca de él. Su respiración, dios, ya está me tiene loca. Era más enana que él así que me pare de puntitas lo agarré de los cachetes y lo besé. Empecé a mover mis labios y el mendigo ni se movía, más duro imposible. Le mordí el labio para que se rescate que alguien lo está chapando y al instante me lo estaba comiendo. Uh, chapa re bien.

Me agarró de la cintura y me acercó más a su cuerpo, si no fuera que lo estoy chapando ya estaría en el piso.
De un momento el gil me mordió el labio re fuerte que largue un gemido de dolor que aprovechó para mandarle la lengua, éste si que necesitaba que alguien se lo coma, no me quejo, por mí, hasta que me de. Estuvimos varios minutos chapando hasta que se nos fue el aire. Uh lastima, yo quería más.

—Nada mal para una extranjera. — dice con burla.

Lo mismo digo para un yankee, chapas re cheto.

—Ya basta. — dice ya cansado, yo reí y él también.

—Espera, te hice reír y tenes la risa más linda, loco. — dije viéndolo a sus hermosos ojitos, todavía estábamos pegados, sus manos en mi cintura me estaban volviendo loca.

—¿En serio eres mayor de edad?

—¿Eso importa? Los canas no pueden hacerte nada, Rick por lo menos no. Le corto los huevos primero. —dije acomodando mis manos en su cuello. —Tengo 24.

—No pareces. Tienes cara de adolescente. — estaba medio sorprendido el chabon. Ni se la esperaba. — Tengo 30. — ¿Qué? La misma edad que mi hermano. Na que importa, las veces que me metí con unos de sus amigos me valió verga, con este no me va a pasar nada.

—Tenía razón cuando dije que tenías 30 o pasados de esa edad, eh. — dije divertida. ¡me lo quiero coger! Pero re rápida sería y no quiero causar esa impresión para él.

—Me quedé con ganas, discúlpame. — y me estaba besando nuevamente y yo no me negué ni por joda.

Estaría así por siempre.

Una argentina en un apocalipsis [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora