03.

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Estaba en la celda en donde me habían puesto la primera vez que vine, me dieron mi mochila pero no mis armas, encima que ya estoy manca, ¿piensan que les haré daño?

Me puse a pensar en mi país, extraño muchas cosas, mi familia, el fernet, la calle, un poquito más el fernet, pero también a mis compas. Uh, también armar bardo con cualquier piba que le rompían el corazón de pollo que tenían los virgos de mis amigos. Que viejos tiempos.
Pero, no debo de olvidar del porqué vine aquí.

En la puerta de la celda se asomó alguien, ¡es el niño!
Había pasado un día y ya me sabía los nombres de todos, aunque prefiero los apodos.

—Hola Gómez. — dijo el pequeño Carl.

—Hola vaquero. — dije sonriente. Me recuerda a mi sobrino, es idéntico, solo que no tiene los ojos azules como Carl.

—¿Te puedo hacer compañía? — yo asentí y a los segundos ya lo tenía sentado en el piso, yo también hice lo mismo. —No quería escuchar la conversación que tuvieron, Hershel, Daryl y mi papá.

—Tranquilo, no hay problema, si te mandaba al frente ibas a tener un quilombo con tu viejo.

—¿Qué dijiste? — dijo riendo. —Me encantaría poder comprenderte.

—¿Quieres aprender español? O mejor las costumbres, lenguaje que usamos y tradiciones. — pregunté demasiado emocionada, es como ver mi pasado cuando mi sobrino me dijo que quería aprender de su fabulosa tía Ivonne. Carl asintió. Y antes de que pudiera hablar, la voz de Lori se escuchó indicando que estaba buscando a su hijo.

—¡Aquí! — grita el vaquerito y a los segundos se ve a Lori en la puerta con una mirada que demuestra enojo. Buena vieja, ni que fuera veneno.

Lori se acercó a Carl y lo levantó como si fuera plumita e llevó afuera de la celda.

—¡Hey! Cálmate un toque. Carl no hizo nada malo como para que lo trates de esa forma. — dije con enojó. Carl se fue corriendo, me salió cagoncito el nene.

—Mejor cállate, yo educo a mi hijo como quiero. — elevó la voz.

—Pues que forma de educar la tuya, para el orto lo haces. — y mi cara se giró para mi derecha, alto caché. —Si no tuvieras embarazada te juro que te cagaba a piñas, conchuda.

Ricardo vino a interrumpir la pelea, bueno, demasiado tarde, su mujer ya dio el primer golpe, que espere el mío, no va a ser nada lindo.
Atrás de Rick estaban todos, que lindo.

—¡¿Qué está pasando aquí?! — preguntó alterado.

—Es ella, mi amor. Ella empezó. — me apuntó, mirando a su marido haciéndose la víctima.

Vieja estúpida.

Ay ya vino con su drama, la puta madre, si que las americanas son más boludas de lo que creí. Escucha Rick, a tu mujer bajale los humitos o ya de por si hacele una cogida rápida a ver si así se le va los enojos de mierda.

—No te entendí Gómez, y tampoco lo quiero hacer. — dijo.

—Como sea, Rick. Lori no puede tratar de esa forma a Carl solo por estar conmigo o cualquiera del grupo, estoy manca, ¿qué daño le haría a un niño? — Lori me miró con enojo y Rick la miraba a ella, gané, creo.

—Okey, tú. — me señaló. —Harás vigilancia como castigo por cinco noches. Y tu Lori. Después hablaremos. — dijo y se fue al igual que casi todo el grupo, solo Dixon se quedó. Lori me miró mal y se fue hecha furia.

Sonreí para mis adentros. Daryl seguía mirándome, como si estuviera estudiandome para comprender mis pensamientos, pero no chiquito. Mi mente aparte de estar rodeadas de pijas, es muy loca.

Volví a mi celda y miré la cama. La cucheta me hace acordar cuando yo y mi hermano dormíamos en unas camas de estas y tomábamos fernet. Como extraño esa bebida, loco. Se me antoja una encima, pensamientos putos.

Al llegar a la noche, después de comer, que no se puede olvidar las miradas amenazantes de Carol y Lori, fui a la torre de vigilancia, posta que era difícil subir y tomar un rifle sin poder tomarla bien, odio estar manca.

—Espero no estar manca tanto tiempo, me voy a pegar un tiro si tengo que aguantar tanta mierda.

—Es raro que no estés hablando en español.

Una argentina en un apocalipsis [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora