Capitulo 4 🔎

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Por consecutiva vez, se quedó dormida esperando en su sofá mientras su televisor seguía prendido, transmitiendo una fuga del reclusorio de alta seguridad de Beika.

A diferencia, esta ocasión todavía seguía siendo mediodía.

El causante de su despertar fue el golpeteo en su puerta. Fuerte, sin palabras.

Levantándose con pereza, se dirigió a abrir, esperando fuera Shinichi. Antes de hacerlo, justo a punto de subir, dudo.

—Creo que aún no le doy una llave. —surruró.

El sueño se esfumó, y su temperatura corporal descendió. Un extraño miedo se apoderó de ella.

Al abrir, unos extraños hombres vestidos de profundo negro la esperaban. Ojos gélidos, clavados en su figura, eran los del de cabellera plateada mientras el corpulento de gafas y sombrero analizaba su entorno. De aspecto escalofriante, se quedó estática.

Un horrible presentimiento paso en su mente.

—¿Se encuentra Kudo Shinichi aquí? —preguntó el más alto.

No respondió por miedo. Dió un paso atrás queriendo escapar, una vuelta descuidada, error fatal.

Un golpe en su cabeza eliminó su visión.

—¿Dejamos una nota? —escuchó al de gafas.

—Por supuesto. Tiene que saber que fuimos nosotros. —dijo con cruel frialdad. —Será nuestra venganza.

Apagándose sus sentidos, no podía hacer nada, solo pensar.

Un horror más allá de su propio bien fue imaginar a Shinichi sufriendo de nuevo.

Con la impresión de que había pasado mucho tiempo dormida,  sentía un frío suelo. No podía moverse, sus ojos cubiertos y extremidades atadas daban una complicación peor.

Escuchaba leves sonidos, suponiendo estar sola en el lugar.

Su respiración agitada, con un fuerte agotamiento y dolor de cuerpo, quería salir de ahí cuando antes. Aguanto las ganas de derramar lágrimas.

Manteniéndose quieta, escuchó la apertura de una puerta y pisadas cercanas entrando. Después voces de sus captores, y una mujer.

—¿Cómo has escapado, Vermouth? —habló frío quién la derribo tiempo antes.

—Sabes que no te lo diré, Gin.

—No compliques nuestros planes, mujer.  ¿Sabes el paradero de Rum?

—¿Quién sabe? —respondió burlándose.

—¡Hermano! —habló el hombre del sombrero. —¿Esta chica sigue con vida?

Un silencio sepulcral inundó el ambiente. Lentos pasos se dirigieron a ella, además de un fuerte olor a tabaco.

Una patada a la altura de su pecho.

Reunió toda su voluntad para no verse afectada.

—¿Qué planeas hacer con ella, Gin? —preguntó la mujer.

—Cualquier cosa que haga sufrir más a ese detective. Ahora el mundo sabe que estamos aquí... No importa atacarlo en secreto. Asegúrate de que no escape, Vodka. —ordenó alejándose.

—¡Ah! Lastima que los otros no han escapado. En este momento serían de utilidad. —decía la mujer, alejándose también.

Aparentaba quedarse sola, pensando en los raros nombres de sus captores. Pero poco tiempo después, regresaron los dos hombres.

Bajo la lluvia. ☘️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora