Capítulo 13 🔎

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❝ Casi acabas con nosotros, pero ni siquiera descubriste el secreto.

La organización Karasuma siempre demostró estar miles de pasos delante de la policía. Y esos niños confían mucho en mí.

Además ¿Sabes cómo se ocultan bombas en una residencia tan grande cómo la de Hattori Heizo? Puedo detonarlas ahora, pero, ¿Por qué no vienen a hablar conmigo primero? Tú y tu equipo de niños detectives, será interesante. Una última vez, demuestra si tu "única verdad" puede con nosotros, Shinichi.

No hace falta mencionar que pasará si la policía se entera. Hay infiltrados en ese lugar, yo me enteraré de todo. ❞

Dichas palabras decían el mensaje del Doctor Agasa seguidas de una dirección localizada en almacenes abandonados. Poner en peligro a la familia de Heiji y a la chica le obligó a no decir nada más que a sus acompañantes.

Por alguna razón, todos sabían actuar sin objeciones, tanto severos como Hakuba o con poca importancia como Kaito.Makoto se mantuvo apoyando a la policía en Beika. Salieron del lugar, con cero despedidas y en secreto.

El amanecer estaba ahí, y hacía un apacible día. Fresco, húmedo. La temporada de lluvias pronto llegaría a su fin. Sin embargo ¿Él también lograría ponerle fin de una vez por todas a dicha organización?

Solo un equipo improvisado igual de capaces que él, cuatro chicos de instituto, con sus respectivos problemas involucrados en un irreal asunto sin ayuda de la policía, cuál tenían de su lado pero no podían usarla. Además de pocos planes de salida, estaban en manos del destino.

Pero chicos tan capaces que seguro planearian algo en segundos cuando la situación lo amerite.

Subieron en el mismo automóvil que los llevo. Un lugar indicado en dentro del mensaje para el repentino encuentro, algunos almacenes abandonados en la bahía de Osaka.

No parecía que una lluvia apareciera, las blancas y densas nubes dejaban pasar luz solar sobre ellos cuando bajaron del vehículo. Nadie los siguió, y nadie sabía nada.

La posibilidad de no volver estaba en primer lugar para todos. Sí, una vez había pasado por una situación similar, pero ahora la culpable de aquel acto probablemente había sido asesinada.

Caminaron juntos, adentrándose en el lugar. Olía a brisa marina y cada almacén parecía estar a punto de caer.

Shinichi analizaba incluso el clima, planeando, esperando.

Hattori iba a su lado, mientras los otros dos chicos detrás. Solo el sonido de sus pasos contra el suelo podía ser audible.

El vehículo fue dejado en la entrada.

Unas cuantas personas visibles en la lejanía, en el fondo de un "callejón de almacenes". Parecían ser un laberinto hasta que los vieron.

Se acercaron cauteloso, pero siempre valientes. Todos con un severo rostro.

Tres personas. Shinichi reconoció a todos.

Se detuvieron unos metros antes, quedando frente a frente. La chica castaña observaba inexpresiva al igual que su aparente hermana.

El viejo y de aspecto más inocente sonrió. No parecía ser quién era.

—Desde que te conocí, Shinichi, sabía que serías un problema. No creí que llegara a esto. —dijo con un suspiro honesto.

Shinichi sonrió de lado, forzando aquella expresión.

—¿Quién eres, viejo? —lanzó a preguntar, pensando en donde estaban las otras dos supuestas cómplices.

Agasa rió.

—Soy muy inteligente ¿Lo sabes, verdad? Tus padres sospecharon solo hasta el final, dónde tenía planeado acabar con tu familia y tú antes de que pudieran actuar. Mi verdadero apellido es Karasuma. Soy Hiroshi Agasa. Y cómo lo dedujeron, el creador de la organización fue el ya muerto Renya Karasuma.

Los chicos observaron asombrados al Doctor, mientras Shinichi le clavó una fría mirada. Durante el camino, hizo que su mente y corazón olvidarán cualquier aprecio por Agasa, sus esfuerzos se fueron a la basura estando ahí.

—¡Tú! ¡Maldito! —exclamó Heiji furioso.

—He... —Shinichi rió burlón, sabiendo que no debía haber dicho nada. —Ellos seguramente tenían un excelente plan contra tí y jamás lo imaginaste, idiota.

—¿Ah sí, Shinichi? De igual manera, los asesine. —reiteró medio divertido. —¿Entonces cuál era su excelente plan?

—¿No es obvio? —indicó metiendo sus manos en sus bolsillos, sonriendo cómo siempre lo hizo cuando tenía todo en sus manos. Ese era él, Kudo Shinichi, el mejor detective del Japón. —Soy yo.

En un parpadeó, sacó un arma de fuego de sus bolsillos y los demás también. Y de pronto, ambos equipos se apuntaban fervientes.

—¿Dónde están ellas, Curacao y Rum? —preguntó Shinichi.

Agasa volvió a reír.

—En otras posiciones obviamente.

Cuando pronunció dichas palabras, una cuantas balas salieron de algún lugar, cayendo al lado de ellos sin hacer daño.

—¿Confías tanto en tus miembros que me acabas de rebelar su posición? —interrogó Shinichi.

—¿Por qué no? Es probable que nunca salgas de aquí.

—¿De que querías hablar con nosotros, viejo?

Para su sorpresa, Agasa bajó su arma al igual que las demás.

—Te apreció Shinichi, y Sherry también. —explicó, la chica se mantuvo sin siquiera verle. Agasa camino tranquilo, rodeándolos —Son jóvenes e inteligentes, mejores que muchos policías. ¿Qué te parece protección a cambio de estar con nosotros? Me refiero a que ustedes se integren a la organización... Aquí no hay nadie que te culpe por tus mentiras y tu pasado, Shinichi-kun. Solo a cambio de tu lealtad y entregar a Rye.

El detective sonrió con amargura.

—Ya tengo a alguien que no juzgue mi pasado además de mis amigos, Doctor Agasa. No la cambiaré por nada.

—Sabía que dirías eso, niño. Acaben con ellos... —ordenó a sus subordinadas. —Sherry ven conmigo. Hay que ir por esos niños...

—Lo siento, pequeño detective. Gracias por todo. —dijo Akemi, apuntando. —Antes me ayudaste cuánto traté de escapar, pero pronto me dí cuenta que ni muriendo era posible...

Una mujer albina bajo de los techos, silenciosa, apuntaba sin titubear.

—Gracias. —le sonrió cálida aquella mujer para borrar enseguida su expresión.

—¿Por qué...?

—¡Kudo! ¿Qué hacemos? —dijo Heiji.

Hakuba y Kaito se mantenían esperando, también apuntando. El ladrón tenía su pistola de cartas en manos.

Recuperando su retador rostro, Shinichi no aparto la vista de Akemi.

—Lo siento por ustedes,doctor Agasa. Pero esta vez... ¡Los detendré! —exclamó orgulloso.

Cuando el ladrón escucho aquello también sonrió y lanzó unas bolas al suelo, que estallaron y de volvieron un denso humo que confundió a todos.

Heiji corrió en dirección a Agasa, tomándolo como rehén.

Hakuba disparo a Akemi, y Kaito cubrió a Shinichi mientras este se dirigía al anciano. El mago disparo a la pistola de Sherry, quién disparaba intentando detener a Heiji.

Una vez se disipó el humo, Hakuba había inmovilizado a Akemi, Kaito a Curacao y Sherry, Heiji a Agasa, mientras Shinichi lo juzgaba de frente.

—Aún hay muchas cosas que quiero saber. No voy a dejar que esto termine así, doctor Agasa.

Bajo la lluvia. ☘️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora