capítulo 9

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El sonido de aullidos de malcriados hombres ricos silbando entre dientes hizo que Jungkook separara la vista de su comida.

Allí estaban, las y los nuevos sumisos. Y el rubiesito estaba con el grupo.

«Maldición, se ve bien», pensó. Tal vez él le ayudaría a sacar al brujo de su mente después de todo. Él recordó la noche pasada, en cuán delicioso había sabido su polla, en lo suave y perfecta que era su piel lechosa y esas tetillas duras para chuparlos. Sintió a su polla comenzar a moverse en los confines de su caro pantalón negro.

«Ayudaría si dejaras de fingir que él es tu brujo» pensó con desánimo. «Tal vez si dejas de fingir serías capaz de disfrutar de él por él mismo y no como suplente».

Jungkook dejó su tenedor y aclaró su garganta mientras se recostaba en la silla de paja que había sido acolchada con almohadas de seda francesa. Estaba sentado del lado opuesto de la barra iluminada con la antorcha Tiki, así que los sumisos tendrían que pasar por su lado a fin de encontrar a su amigo Namjoon que estaba en el bar para decidir las asignaciones de mesa.

Él no podía esperar por echar un vistazo a su cara. Él no podía esperar a descargarse en él y punto.

Los ojos de Jungkook se estrecharon sobre un millonario chino llamado Jackson Wang, cuando el guapo playboy saco al rubio de la alineación mientras caminaba a su lado y lo puso ante su asiento.

El rubio jadeó cuando el millonario manoseo sus tetillas para luego comenzar a tirar de ellos.

Aunque él estaba de perfil y sus rizos dorados ocultaban la mitad de su cara, una chispa extraña de familiaridad hizo que Jungkook frunciera el ceño. Había algo demasiado familiar en él, su altura, en el modo en que él se paraba...

«¡No!». Él chico sólo le recordaba a su brujo, era todo. Él suspiro. «¡Deja de pensar en él!».

—Ah, él está aquí—. Namjoon rió entre dientes mientras caminaba detrás de él y palmeaba la espalda de Jungkook—. Ya es popular entre los muchachos según veo.

Jungkook gruñó.

—Mejor le dices al chinito que se vaya al infierno—. Gruñó él—. No comparto y lo quiero.

Las cejas de Namjoon se alzaron con sorpresa fingida—. No me digas—. Él suspiró—. Para ser sincero, Jungkook, yo esperaba que Jackson no le prestára atención. Sabía que lo querrías desde el momento en que lo ví y, Jackson es un gran apostador.

La mandíbula de Jungkook se apretó mientras miraba la mano del millonario cavar entre sus piernas para acariciarle el ano.

— Lo sobrepasaré.

Namjoon rió entre dientes ante su arrogancia—. Por el momento voy a romper esta pequeña sesión de manoseo para poder dar a los sumisos sus asignaciones de mesa—. Esperó a que Jungkook encontrára su mirada antes de añadir—. Pero desde allí estás por tu cuenta, amigo mío. Entiende que no puedo romper las reglas por ti o ninguno de los demás querrá frecuentar el centro otra vez.

Jungkook asintió pero no dijo nada. De todos modos no necesitaba la ayuda de Namjoon.

Tendría al rubio para él y punto. Él no compartía, nunca.






Jimin no sabía si debía sentirse aliviado o decepcionado cuando Namjoon se acercó a la mesa del señor Wang y le informó amablemente de que tendría que ahorrarse las caricias hasta que le hubieran dado sus asignaciones de mesa.

Jackson Wang era un poco torpe con sus manos, pero por otra parte era bastante guapo y no todos los hombres de aquí lo eran, había conjeturado él rápidamente. Si iba a ser el esclava sexual personal de un hombre durante tres días, que era lo que definitivamente quería, entonces preferiría que el hombre tuviera tan buen aspecto como fuera posible.

Y así con emociones mezcladas permitió que Namjoon lo condujera lejos de la mesa del chino, sabiendo que la separación daría bastante tiempo para que una de las mujeres que con frecuencia trabajan en las excursiones de la isla intentara atraerlo para sí.

Tenía razón. En el mismo momento que fue alejado, el regazo de él fue cubierto por dos mujeres desnudas llenando su cara con besos rápidos y apretando su erguida polla a través de su pantalón.

Jimin suspiró y miró hacia otro lado. Su mirada rastreo distraídamente la choza mientras seguía a Namjoon hacia la barra con las otras mujeres. Mientras paseaba por la barra, con su cuerpo desnudo y aceitado para darle un aspecto lustroso y exótico, se sentía muy extraño, y al mismo tiempo una muy familiar premonición paso sobre él. La misma premonición que había tenido ayer cuando Jeon Jungkook lo había seguido a su oficina. Aquel sentimiento de ser mirado. Aquel sentimiento de ser cazado.

Cuando giró su cabeza un poco a la izquierda, cuando su cara ya no estaba de perfil a los amos sentados en la mesa de atrás más cercana a la barra, el ritmo del corazón de Jimin se apresuró hasta el punto de casi desmayarse y sus ojos se ensancharon con conmoción e incredulidad cuando completo una visión que jamás había pensado ver.

La persona que menos esperaba ver estaba ahí....

Jeon Jungkook.

Aquí, en el Hotel Royal.

—Oh. Mi. Dios.—

Al principio no pensó que él lo reconocería, ya que aunque sus ojos claros pasaban sobre él en una manera excitante, ninguna comprensión parecía morar en ellos. Su mirada meditabunda devoró su aceitado cuerpo y miró posesivamente el mechón de cabellos rubios en la coyuntura de sus muslos. Entonces él lanzó una doble mirada. Sus ojos se ensancharon. Y luego vio descolgarse su mandíbula.

—Oh. Mi. Dios. —murmuró él cuando Jimin paseo por su mesa.

Sus mismos pensamientos.

Y luego lo oyó reír. Una risa profunda, explosiva, victoriosa.

De repente echó de menos a sus gatos.














Jijiji...

Possession- KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora