El fuego chispeaba con intensidad bajo la vaga luz de la noche. Kija yacía ya tirado sobre uno de sus conocidos, balbuceando cosas sin sentido; efecto del saque. Zeno todavía seguía en pie, jugando con una niña, cantando y chocando las manos en diferentes posturas. Shin Ah parecía tener una plática muy interesante con su ardilla y el dragón verde mecía el contenido de su copa, dándole conversación a las bonitas damiselas que se habían acercado a él interesadas por el hecho de que él era parte de la leyenda. Yoon hablaba con el cocinero en jefe, muy interesado en alguna receta en especial. Y por último, Yona, bebía un jugo de moras, con la mirada pérdida en el fuego grande que consumía la madera. Las cenizas le hicieron remorar aquella trágica escena. Un frío recorrió su espina dorsal, ante la ilusión de unas flechas llameantes precipitándose en el lugar. Se abrazó a sí misma, en busca de consuelo, y en ese entonces, el eco del pasado la envolvió. Su cuerpo se paralizó ante la esencia del guerrero. Visualizó sus brazos envolviendo su figura y permaneció inmóvil, temiendo que el mínimo movimiento lo hiciera desaparecer.
Deseaba voltearse y ver el rostro del guerrero, hallar en sus labios la sonrisa bromista que mostraba incluso en situaciones peligrosas.
—No te vayas.
Le rogó en un susurro, obligándose a no temblar. Cualquier pequeño movimiento podría significar el final del sueño.
Era tan real. Tan maravilloso. Quería permanecer allí para siempre, junto al fuego, con Hak a su lado. Aun sabiendo que era apenas el consuelo de un pasado, que cada día le parecía más distante.
Su icónica confesión resonó en sus oídos, provocando que unas afligidas lágrimas descendieran con lentitud. Arrugó el labio inferior. Dolía. Aquel dolor era más intenso. Apenas podía soportarlo.
—Yona.
Aquella voz atravesó la imagen, dejando la añoranza y un frío espantoso que la hizo temblar.
Ante la mirada azul violeta de su compañero, bostezo falsamente, tratando de ese modo de ocultar las lágrimas. No quería que supieran que había estado llorando. Que su debilidad seguía tan latente aun después de que el tiempo hubiera transcurrido.
Ante la mirada atónita de Yona, sus manos flotaban en el aire, atrapadas por las del dragón verde.
—No necesitas ocultarlo —usó un tono de voz más suave de lo habitual, una caricia para su alma desgarrada.
—Estoy bien —negó, dejando que una sonrisa surgiera en sus labios.
Sacar a lucir el recuerdo de Hak traía dolor, no sólo para ella, como también para el resto del grupo. No quería sobrecargar el corazón de ellos de culpa. Quería ser ella la única en remorarlo y padecer su ausencia.
Él permaneció en silencio, observándola con detenimiento, con la sombra de las llamas flotando en su mirada.
Yona cerró los ojos por un momento, al percibir un choque en su rostro. Luego los abrió estupefacta, acunada entre el calor que los brazos del dragón le proporcionaban.
—No me gusta nada que sufras sola —le susurró en el oído izquierdo. Su voz cargaba grande dolor, a la par que impotencia.
La apretó más. Yona no se movió, ni tampoco dijo nada. Las únicas en hablar fueron sus lágrimas, las que salían avivadamente de sus ojos, causándole escozor en la piel.
Él no era el único. Desde un principio supo que no era el único en sentirse así por Yona. Había decidido apoyar a Hak, y quizás los demás lo hubieran pensado también, pero sin embargo, ahora que la princesa se hallaba sola, padeciendo su perdida, su corazón batallaba por escapar de la prisión que él había establecido desde hacía tiempo. En un principio tuvo la certeza de que aquel era un sentimiento infundado por la sangre de los dragones, pero a la larga comprendió que se trataba de un sentir suyo y no de otros.
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Akatsuki no Yona ~ El color de un recuerdo
FanfictionAhora, Yona se halla donde se inició su aventura, en su antiguo hogar. Ahora gobernado por el que un día creyó ser el amor de su vida. Entonces, una guerra se presenta, amenazando la estabilidad del reino que tanto desea proteger. Se alzan las arm...