Veinte y cinco.

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Aquella calma no podía prevalecer para siempre.  No cuando una guerra se presentaba con tanta fuerza. Hak no podía estarse quieto por mucho tiempo. Había perdido los recuerdos, pero no la energía de antaño. Estuvo un día y medio acostado, hasta que se escabulló de Yoon, tal y como se huía de una madre, y se fue al bosque a entrenar.

El sol se estaba ocultando tras las montañas en la lejanía.  La energía y movimientos del guerrero se sobreponían a cualquiera.

—Hak, no deberías de estar entrenando —la voz de reproche de Yona provino a sus espaldas. Ella estaba con los brazos en jarra y manos en la cadera. Se le hizo tierno su ceño fruncido. 

—No se preocupe por mí, princesa Yona. Me encuentro perfectamente —ejecutó un movimiento con el arma hacía adelante, cortando el aire ante él. 

Yona se llevó la mano al pecho, dejándose consumir por su hermosa imagen y su grande fuerza. Sus mejillas calcinaban como la mismísima lava.

—Yoon te va a regañar —le recordó, recargándose de espaldas al tronco de un árbol. 

Una sonrisa divertida se acopló en los labios de Hak.

—Entonces volveré a escabullirme. No quiero que mamá Yoon me dé unas nalgadas.

Yona abrió los labios, víctima de la sorpresa. Era la primera vez que Hak bromeaba en su presencia. Lo había hecho con la misma soltura que antes. Y aunque en el pasado había llegado a fastidiarle aquella parte de él, la había extrañado muchísimo.

Él pareció darse cuenta de su postura frente a la princesa y decidió seguir con el entrenamiento. 

—Hak, no quiero que seas formal conmigo.

Las palabras de la princesa hicieron que frenara. La observó por encima de un hombro.

—Es extraño que me sigas tratando así, me provoca cierta pena —se rascó la mejilla ligeramente —Sé que en el pasado te pedí que me siguieras llamando princesa, pero, nuestra relación ha cambiado. Hak —sus ojos resplandecieron como joyas al alzar la mirada. Le apenaba verle directamente a los ojos —Sé que no me recuerdas, pero quiero que sepas que te amo. Eres el amor de mi vida, y en ningún momento, durante todos años pude olvidarte. Espera —alzó la mano al notar que él quería hablar —Al decirte esto no quiero que te sientas presionado a corresponderme. Nunca podría pedirte algo así.  Solo... —apretó los puños contra su regazo —Quería que lo supieras...

Lentamente su mirada fue descendiendo, hasta que se centró en sus manos enrojecidas. Estaba sumamente nerviosa, pero al mismo tiempo sumamente aliviada por haber confesado el sentimiento almacenado en su corazón. 

Una pequeña sonrisa fue poblando sus labios.  Se sentía dichosa de haber podido confesarse una vez más a Hak. Le agradaba el latir desmesurado de la manzana golpeando su pecho.

El viento sopló más fuerte, anunciando el silencio que se había hecho entre ellos.

Hak permanecía en pie, mudo ante la hermosa imagen de Yona. Sus palabras habían logrado un gran tambaleo en su ser. No podía negar los acelerados latidos de su corazón que se producían siempre en su presencia.

—Yona.

Ella alzó abruptamente la cabeza, sorprendida por el grande impacto que había causado el mero hecho de que Hak la llamara por su nombre sin formalidades. A duras penas recibió los labios ajenos, que se recargaron en los suyos con cierta ansiedad.

Yona permaneció hipnotizada por el sonido metálico que produjo el arma al retumbar en el suelo. Hak la apretó contra la aspera corteza del árbol.  La devoró con deseo. Buscando en aquella unión sus recuerdos perdidos.

Akatsuki no Yona ~ El color de un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora