Yona se derrumbó sobre una montaña de cenizas, sosteniendo un pedazo de tela de la ropa del guerrero manchada con su sangre. Sus lágrimas se fundían con el terreno.
—¡Hak! —su garganta ardió por el grito, pero no sació el llamado.
Lo buscaba por aquel panorama horrible. Lo buscaba pero no surgía ninguna señal.
—Hak, no me dejes... No me dejes —murmuró afónica, con su garganta cansada —Hak...
Abrió los ojos abruptamente. Su pecho se hinchaba agresivo. El sudor pesaba sobre su ser. Giró la cabeza de un lado para otro, buscando endereza para su visión, la que poco a poco fue logrando captar el ambiente. Halló la corteza de los árboles. Sus ramas delgadas se mecían suavemente movidas por el breve viento. Estaba acostada sobre una manta vieja y cubierta con otra.
—Princesa Yona, ¿se encuentra bien?
Observó a la joven presente, alumbrada por los rayos del sol, reconociendo que era incluso más hermosa de lo que le había parecido en la noche.
—Ah, sí, no se preocupe —asintió con cierta torpeza, aún un tanto resentida por lo que había acontecido, aún sabiendo que en realidad no existía nada entre ella y Hak.
—Princesa, puede tratarme con más confianza —se agachó junto a ella, sonriente —No sabe lo feliz que estoy por finalmente poder conocerla.
Estaba siendo sincera. Pese el dolor de su desamor, Hikari había deseado que Hak encontrara a Yona y de una vez pudiera llenar los espacios vacíos de su memoria.
—En ese caso, quisiera que me trataras por igual —Yona esbozó una sonrisa, alejando de una vez aquella espinita que tenía clavada en su corazón —¿Sabes dónde se encuentra Hak?
Por un instante aquella visión la asaltó, ocasionándole un dolor en el pecho.
—Sí, ha ido a buscar algo para comer. No debe tardar en regresar. Mientras, ¿qué le parece si se toma un baño? Antes encontré un pequeño lago bastante agradable.
—Ah, sí...
De repente un rubor se presentó en su rostro al rememorar la escena de anoche. Tenía que reconocer que no estaba presentable ni su olor era agradable. Además, su cabello parecía una telaraña. En ningún momento había pensado en ello, hasta aquel entonces.
—Sí, iré. Gracias, Hikari.
—Le guiaré hasta allí.
Se apresuró en abandonar el lecho improvisado y siguió el caminar tranquilo de la joven. Desde atrás observó su hermoso cabello ondulado de un castaño chocolate, sin ningún nudo, brillante bajo los matices del sol.
Caminaron un rato, hasta que localizaron el mencionado lago entre los árboles. Era un osasis de paz construido por la ausencia de personas, hundida bajo el canto de las aves, el roce de las hojas de los árboles y el viento tranquilo.
—Princesa Yona, le dejo aquí la toalla, el peine y una muda de ropa. Siento que no sea la gran cosa —se refirió al vestido sencillo de algodón de un color neutro.
—No lo sientas. En serio te lo agradezco mucho. Estaba cansada de estos harapos.
—Oh, se me olvidaba —Hikari cayó en la cuenta de que la princesa andaba descalza —Ahora mismo le traeré unas sandalias de paja.
—¿Las hiciste tú?
Hikari se detuvo, algo sorprendida por el repentino interrogante que no creyó que inculcara algún interés en una princesa.
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Akatsuki no Yona ~ El color de un recuerdo
FanfictionAhora, Yona se halla donde se inició su aventura, en su antiguo hogar. Ahora gobernado por el que un día creyó ser el amor de su vida. Entonces, una guerra se presenta, amenazando la estabilidad del reino que tanto desea proteger. Se alzan las arm...