Una Tormenta Implacable

Diecinueve

Se balancea nervioso sobre sus talones, no está muy seguro de cómo sentirse. Hay muchas emociones diferentes en su interior, pero mayormente emoción y nervios. Nunca antes había tenido una cita desde lo sucedido con Hyerin, por lo que no sabe qué esperar. Pero allí está ahora, de pie y sin saber lo que Hyukjae ha planeado para ese día. Tuvo un día tranquilo en el trabajo, y los nervios por encontrarse con Hyukjae realmente están empezando a afectarlo. Solo espera estar vestido lo suficientemente bien.

El propietario lo ha visitado durante la tarde, anunciándole que habría un nuevo dueño que se ocuparía de los terrenos, y ya no tenía que preocuparse por mudarse, porque se había hecho la compra específicamente debido al café. Sabía que era obra del padre de Hyukjae, pero no pudo evitar sentirse un poco triste, porque realmente le agradaba el propietario. Observó a su café crecer desde uno pequeño y silencioso hasta lo que es ahora. Tuvo que inhalar profundamente para calmarse. El dueño también le había explicado que ya estaba envejeciendo, y que no necesitaba esa porción de tierra, porque sus hijos son adultos y viven sus propias vidas. Se retiraba y estaba enfermo, y de todas formas no necesitaba esas tierras por lo que las vendió a quién más le ofreció por ellas.

Pero de cierto modo, está contento de que alguien le permitiera conservar su café.

Cerrando sus ojos, respira lentamente para tranquilizarse, consciente de los susurros silenciosos a su alrededor.

—¡Ese es Lee Donghae!

—¿Qué está haciendo aquí? ¿Está en una cita?

—¿Una cita? Pero, entonces, ¿dónde está su cita?

—Probablemente se retrasó —una risa entre dientes—. Pero wow, ¡está que arde!

Donghae permite que sus ojos se abran y estudien el área, no está muy seguro de por qué Hyukjae tarda tanto.

Entonces, su respiración se acelera porque Hyukjae camina con pasos largos hacia él, con una sonrisa confiada que simplemente le quita el aliento. Si pensaba que está vestido apropiadamente para la ocasión con un saco azul marino de Saint Lauren sobre una camisa gris y unos jeans negros, Hyukjae no lo está. Ha cambiado su traje de oficina por algo más simple; una camisa naranja con una chaqueta de cuero negro y unos jeans ajustados que abrazan sus delgadas piernas.

Hyukjae se detiene frente a Donghae, en medio de la multitud de hora pico, y le sonríe encantadoramente.

—Hola.

Donghae siente que su corazón da un pequeño vuelco.

—Hola —el calor cubre sus mejillas y baja ligeramente su cabeza cuando las personas a su alrededor comienzan a reconocerlos y a hablar de ellos.

—¿Deberíamos entrar? —pregunta Hyukjae, aun sonriendo encantadoramente. Donghae asiente.

Ambos abandonan la multitud fuera del centro comercial y se dirigen dentro donde está más cálido, lejos de la brisa invernal.

Hyukjae guía a Donghae hacia uno de los restaurantes costosos dentro del centro comercial, tirando suavemente de su muñeca cuando se niega a entrar.

—Donghae, vamos —le apresura Hyukjae, rodando sus ojos cuando Donghae no cede.

A pesar de la ajetreada multitud que los rodea, Hyukjae se inclina abajo y besa a Donghae, sacándolo de su terquedad. A Donghae lo toma completamente por sorpresa, porque Hyukjae nunca disfrutó mucho las muestras de cariño en público y nunca le gustó mostrar su afecto fuera de un lugar cerrado. Mayormente porque Donghae sabe que Hyukjae es un hombre comprometido y la gente empezaría a esparcir rumores sobre ellos. Y Donghae no fue el único que se percató de ello. Inmediatamente hay cuchicheos mientras los labios de Hyukjae continúan presionados contra los suyos; para luego alejarse. Sus dedos están cálidos y suaves sobre la muñeca de Donghae, y es entonces cuando Donghae es rápido en moverse. No le gusta la atención que están recibiendo. La forma que susurran, con sus teléfonos y cámaras apuntándolos, hicieron sentirlo muy cohibido, demasiado preocupado por Hyukjae. Pero el peli cobrizo no parece importarle mientras da su nombre para la reserva en el mostrador.