Capítulo 17

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Libertad
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Pasé todo el día con él.

Tenerlo a mi lado en la cama y pensar cuantas veces lo había visto indefenso a mi lado me hizo perder el miedo.

Estuvimos en silencio largas horas con las piernas entrelazadas, pensando en todo y nada. Hablando.

–¿Que es exactamente lo que son? – Cuestioné con la voz tenue.

–Ángeles, demonios, lobos, vampiros – Respondió – Todos los mitos vienen de nosotros – Mi ceño apenas se frunció – Somos desterrados que Dios mandó a la tierra hace un par de siglos.

De pronto era mucho que procesar.

–¿Recuerdas algo de... allá? – Sus labios se cerraron, entendí por su mirada que era complicado, quizá demasiado como para que yo pudiera entenderlo. Acomodé un mechón de su cabello, encontrando agallas para mi siguiente pregunta. Me decidí a preguntar en seco, sin titubear.

–¿Nunca morirás?

No pudo soportarme la mirada, tomó mis manos sobre nuestras piernas y también las observó mientras me respondía.

–No – Con esa respuesta, nuestro futuro podía pensarse incluso imposible. Mis labios temblaron.

–¿Nada puede matarte? – Pregunté en mi impacto, más como una afirmación, perdiendome en algún punto sobre la ventana de al lado, pero él volvió a subir la mirada hasta mis ojos con firmeza.

–Si hay algo.

Volví en mí misma –¿Qué?

–Un humano – Respondió, el desconcierto en mi rostro le causó gracia pues sonrió – pero ningún humano tendría la capacidad de hacerlo. Consuderarlo es inútil.

Ahora lo sabía todo.

Me daba risa el solo pensamiento, a ratos me sentía una completa loca.

A mí mente regresaban las veces en que hablamos de él, de su pasado, de sus padres muertos, de su hermano problemático y de su vida.

¿Como puedes saber que la persona que está a tu lado ha vivido durante siglos?

¿De que manera debería tomarse eso?

Nos dió la noche conversando, lloré, reí, olvidé y recordé mil cosas. Finalmente dormí con él, por que no quería estar sola y por que él no quería dejarme.

Esta mañana desperté entre los brazos de el hombre que he amado más que a nadie.

Con más dudas que vida, con más inseguridad.

-Dejame acompañarte - Dijo recargado en su auto, negué con la cabeza.

- Solo voy por ropa. Regreso en 5 minutos - La puerta del edificio en donde vivía estaba a dos metros, así que pronto le perdí de la vista de él, no tenía un elevador pero tampoco tantos pisos como los de el edificio de Eros, así que subí los tres pisos con rapidez, entré a mi departamento y me dirigí a el armario, tomé una maleta pequeña y metí ahí ropa para la semana, estaría con Eros un par de dias hasta que fuera capaz de prosesarlo todo. Aunque por el momento todo estaba bien.

Tentación a media noche [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora