–Hermano – Saludó él, mofé ante su cinismo.
Llevaba siglos al lado de él, nuestro destierro le fue tan perjudicial que intentó por años dañar el mundo del dios que nos había dado la espalda. Tardó en comprender que la inmortalidad era un castigo, y que lo único que podía hacer era rogar por perdón. Algo que su altanería no le permitía.
Con trabajo de años, logré que intentaramos vivir una vida de lo más mundana. Hasta ahora, que su actitud de nuevo había comenzado a arruinar las cosas, sabía de lo que era capaz, de las guerras que había comenzado en 1800, y el odio que podía llegar a tener, no quería perderlo de nuevo, pero no permitiría que dañara a alguien más.
–¿Que haces aquí? Pensé que habíamos dejado atrás estos juegos – Él frunció el ceño.
–¿Tan sencillo es para ti desconfiar de mí? – Movió la cabeza hacía su costado señalando a la mujer atada a una silla – Uno de tus soldaditos que se pasan la vida espiandome, vienen a decirte que maté ebrios y les crees – Parecía molesto, pero yo tenía mis razones para desconfiar de él – Y crees que yo ocasioné el atentado.
–Pudo morir alguien – Interrumpí alzando la voz, él chasqueó la lengua caminando por la habitación.
Pasó una mano por su cabello en exasperación y finalmente volteó a ver a Nathan, quien nos observaba desde una esquina.
–¡¿Crees que no lo sé?! – Volvió a dirigirse a mí – Nos están saboteando, Eros. Hay alguien que te quiere ver mal, a tí y por ende a mí – Chocó la palma de su mano contra la mesa del comedor que nos dividía – No voy a ser la cortina de humo de esa persona, por eso he venido – Aran suspiró e hizo el ademán de irse, antes de que mi voz lo detuviera.
–¿Cuando llegaste? – Interrogué, el se detuvo.
Tardó en responder.
–Hace 5 minutos, ni siquiera sabía del atentado. Cuando llegué ella ya estaba atada aquí – Observé a Nathan y él asintió, Aran salió de ahí sin menor gesto. Había pensado en posicionarlo en el conservatorio, darle esta ciudad libre de tipos como nosotros, quería que recordara los buenos tiempos ahí. Pero con todo eso, estaba en fuertes dudas.
De pronto me daba un mal sabor de boca pensar que estaría en contacro con los estudiantes, principalmente y la razón de mis noches en velo, de Annelise.
ESTÁS LEYENDO
Tentación a media noche [Completa]
RomanceNo era destino, se trataba más bien de un capricho, deseo carnal y una atracción desenfrenada que lo hacía adicto a la piel de esa mujer.