Capítulo 8

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Meses después.

Annelise.

Mis manos se aferraron a su espalda, sus labios recorrían mi cuello mientras que los míos permanecían abiertos exclamando miles de emociones por medio de repetidos gemidos.

Su cuerpo se movía rítmicamente sobre el mío, una explosión de emociones se desataron sobre mi estómago golpeando las paredes de este como si quisieran escapar.

Mi entorno se volvió distorsionado, dentro mis pensamientos tan solo existía yo siendo bombardeada por sensaciones que reconfortaban a mis latidos.

Arqueé mi espalda incrementando el contacto, sus manos pronto llevaron a las mías sobre mi cabeza, aprisionándolas y limitando mis movimientos, los cuales comenzaron a sobrar en cuanto su lengua descendió hasta mis senos, probando a cada embestida desde un Angulo diferente, ocasionando que subiera a una nube que me guio hasta los confines más perfectos del placer.

De alguna manera todo en eso me gritaba "adiós"

No en un mal sentido, pero no podía evitar pensar en una despedida.

Era una extraña mezcla, cuando quieres que todo pare pero crees imposible poder continuar si ese momento acaba.

Luchaba por deshacerme de aquel agarre, comenzaba a querer intervenir y hacerle saber que estaba ahí, pero su mirada sobre la mía, tan oscura y abovedada me hizo detenerme y saber que él lo tenía más que presente.

Y aun así quería más.

Poder romper la barrera que marcaba mis límites y llegar a trazar una nueva que pronto querría romper.

Un grito ahogado surgió en cuanto llegué al orgasmo, segundos antes que él.

Su rostro cayó sobre mi pecho y mis muñecas fueron guiadas a un lado de mi aún sin ser liberadas.

Aún después de haber caído rendidos y sin defensas sus besos continuaban mimando a mis pechos, cada vez más débiles, siendo succionados tan solo al final, cuando el peso de su cuerpo desapareció del mío. Cuando lo sentí desprenderse por completo de mí y deslizarse a un lado.

Agotada y sin precisar más en las acciones mis parpados cayeron, siendo nuestras respiraciones lo único que perduró tiempo después, tomando un papel de melodía acompañante de nuestros sueños.

Mi vista recuperó su tacto siete horas después, cuando entre las sabanas todo parecía más asfixiante que durante el transcurso de la noche.

Abrí los ojos adecuándome a la luz, y vagando entre la habitación y deteniendome en el hombre dormido a mi derecha.

Me removí por la cama saliendo del sueño.

Su cara descansaba sobre una almohada por completo blanca, que hacía un contraste divino con su cabello negro.

Respiré profundo y acerqué mi rostro al suyo, dejándolo a escasos centímetros. No quería despertarlo, no sabía que hora era o cuanto había dormido, pero por la luz podía suponer que era temprano, pero sus labios estaban ahí, rozando los míos.

Y por más que quise, me fue inevitable no besarlo.

Me separé al sentir como sus manos se trasladaban hasta mis caderas y observé a sus ojos abrirse y en sus labios formarse una sonrisa.

-Podría despertar así todos los días... - Habló con la voz ronca, con los ojos ligeramente cerrados, acostumbrándose a la luz.

Me contagié de su sonrisa, mientras me atraía a su cuerpo para envolverme con sus brazos, hubiera querido permanecer así eternidades, pero su telefono vibró sobre la mesa auxiliar.

El se estiró hasta alcanzarlo, frunció el ceño al ver el nombre en la pantalla y colgó.

"Aran"

-¿Quien es Aran? - Pregunté inclinada a su lado, haciendo circulos con mi dedo indice sobre su pecho. Me parecía familiar el nombre. Suspiró.

-Mi hermano - Respondió y yo me detuve.

-¿Tienes un hermano? - Eso de verdad me había tomado desprevenida - ¿Por que hay tanto de tu vida que no sé? - El me dedicó una sonrisa a medias, que no llegaba a ser feliz. En lo personal, llevabamos 4 meses saliendo y sabía poco más que lo que todos los demás, no era algo agradable.

-¿Que quieres saber? - Esa pregunta me llenó de energía - No importa cuál sea la pregunta, si lo dices ahora lo responderé - Se apoyó de sus codos para quedar mas cerca de mí, con una seriedad abrumadora.

-Lo dices cómo si fueras un asesino serial.

-¿Cómo sabrías que no? - Levanté una ceja - Preguntamelo, preguntame todo, la cosa más ridícula que te venga a la mente.

Reí pero decidí dejar los juegos para más tarde, ahora tenía verdadera curiosidad creciendome en el pecho.

-¿Cuantos hermanos tienes? - De nuevo suspiró y volvió a apoyarse contra la almohada.

-Uno.

-¿De que edad?

- 22

-Igual que yo - Dije mientras pensaba en más - ¿Y nathan...

-Un amigo

-¿Cuatos años llevan siendo amigos? - Fue la primera pregunta que no contestó de inmediato, me miró atento a los ojos y tras unos segundos respondió con "demasiados" me fue sencillo creer que estaba tratando de contarlos.

Esa mañana nos quedamos hasta tarde conociendo más de nosotros mismos, no sabía que sería la última y deseaba con firmeza que el trampoco lo supiera.




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Tentación a media noche [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora