09

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La mujer rubia tomó del cabello a su hijo, haciéndolo llorar y dándole una bofetada.

Miró al niño castaño a un lado atónito y tomó una botella de vidrio, golpeando a éste en la cabeza.

De repente, el castaño ya no era un niño.

Estaba acostado en una camilla cubierto de sangre...

Muerto.

Mark se sentó en la cama agitado, su garganta seca y su corazón doliendo inhumanamente.

Tragó saliva y quitó el sudor de su frente, tomando el vaso vacío que había sobre su mesita de noche, apretándolo hasta romperlo.

Respiraba con dificultad mientras la sangre goteaba en su mano.

"Bastardo demente..."

Mark suspiró.

Así es, sería muy extraño que él no fuera un bastardo demente como el pelinegro le había dicho.










—Oye, Haechan— llamó Jaemin acercándose— Deberías quedarte aquí encerrado, ¿a dónde planeas irte?

Donghyuck lo miró.

—¿Qué? ¿Planeas seguirme si te lo digo?

Jaemin bufó.

—No digas idioteces, no tengo idea de qué clase de cosas estarás haciendo para que hayan creado todos esos rumores falsos, pero me pones en vergüenza, así que mejor mantén el perfil bajo como antes, ¿bien?

El chico sonrió.

—¿Y tú cómo sabes si son falsos o no? Quizás de verdad he estado mordiendo a la gente como un perro lunático, ¿no lo crees?

—No seas idiota, sé que no eres capaz, así que no tienes nada por lo que estar orgulloso— replicó Jaemin.

—Tal vez ya no sea el sujeto que conocías tan bien...

—¿Qué clase de mierda estás diciendo?

—Bueno, sólo estoy diciendo que he cambiado mucho... tanto así, que podría morderte ahora mismo.

—No eres capaz.

Donghyuck sonrió altanero y se enfrentó con el chico de su misma estatura.

—¿De verdad?

Un celular sonó, cortando un poco la tensión de ambos jóvenes.

Sacó el móvil de su bolsillo y leyó el mensaje del número desconocido.

"Edificio Dong, puerta 501. Ven ya."

El pelinegro frunció el ceño.

¿Qué demonios? Era un mensaje muy grosero. Con sólo leerlo era tan obvio darse cuenta quién lo envió.

—¿Eh? ¿hay alguien que le enviaría mensajes a una persona como tú?

Donghyuck elevó su vista y miró a Jaemin, quien seguía cruzado de brazos.

Guardó el celular en su bolsillo y caminó hacia la puerta.

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