destiny games • markhyuck

13

Donghyuck se miró en el espejo.

Era él, su cabello castaño había vuelto, al igual que su cuerpo no tan grande pero sí con fuerza.

Escuchó una voz.

—No puedo ir con Donghyuck, ni aunque así lo quisiera... porque él falleció.

El castaño se volteó y miró al alto.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¡Estoy vivo, Mark!

El rubio lo miró.

—¿Vivo? ¿Tú?— inquirió y miró el suelo, justo detrás de Donghyuck— ¿Qué te hace pensar eso?

El chico frunció el ceño y miró detrás de él, en el mismo lugar donde Mark estaba mirando también.

Ahí estaba, tirado cubierto de sangre.

Ahí estaba él, Lee Donghyuck...

Sin vida.

—¡MIERDA!— exclamó, sentándose de golpe en la cama.

Su corazón parecía querer salirse de su lugar y su frente goteaba sudor.

¿Qué clase de sueño de mierda había sido ese? ¿Por qué tenía esas estúpidas pesadillas?

Se dobló sobre su propio cuerpo tratando de calmarse con sus ojos cerrados.

Suspiró y los abrió, frunciendo el ceño al darse cuenta de que esa no era su habitación.

La puerta se abrió y el rubio alto se paró en el umbral con los brazos cruzados.

—Deberías descansar un poco más.

—¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí?

—Estás en mi casa... ¿No recuerdas que te desmayaste?

—¿Qué?

—Te desmayaste, ¿tal vez lo que te dije causó mucha impresión en ti?— se burló.

El pelinegro chasqueó la lengua molesto y Mark caminó hacia él, sentándose en el borde de la cama.

—Tienes moratones— le dijo, quitando el cabello negro de la frente del chico— Me tomé la libertad de limpiar y vendar tus heridas. De nada.

Donghyuck quitó la mano del alto de su rostro.

—Me golpearon, por supuesto que tengo moratones— contestó bruscamente— Se irán con el tiempo... de todos modos, gracias por tratar mis heridas.

—Mmh— murmuró el otro encogiendo sus hombros con indiferencia.

El pelinegro rodó sus ojos y dio un rápido vistazo al lugar.

—¿Esta es tu habitación?

—Así es.

Donghyuck notó que no tenía el uniforme escolar.

—¿Por qué tengo puesto esto...?

—También te cambié de ropa, la tuya estaba sucia.

El más bajo lo miró por unos segundos, extrañado.

¿Qué era este amable trato hacia él?

—¿Por cuánto tiempo estuve dormido?

Mark miró su reloj de mano.

—Uhm... exactamente por diez horas y cuarenta minutos.

—¿Qué? ¿Qué hora es ahora?

—Las ocho de la mañana— Donghyuck sujetó su cabello con frustración y lo tiró hacia atrás, había dormido demasiado— Entonces... ¿hay algo más que quieras saber?