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Donghyuck abrió el refrigerador con total confianza, observando qué es lo que podría sacar y comer de allí.

Por el rabillo del ojo, pudo ver al rubio entrar a la sala.

—¿Qué haces? Ah, pensé que tardarías más en la duch...— estaba diciendo a medida que se volteaba para mirar al chico, pero entonces lo vio con el torso desnudo y mojado— ¡Oye, qu...! ¡Qu...! ¡¿Qué haces desnudo cuando estás resfriado?!— preguntó nervioso— ¡¿Estás orgulloso de tu cuerpo?!— inquirió molesto, tratando de quitar sus ojos del abdomen marcado del otro.

—Así es.

—Bueno, no es que estés tan mal... ¡Pero yo antes estaba mejor y no era así de presumido!— se quejó— Ve a ponerte una camiset... ¿Qué tienes? ¿Pasó algo?— preguntó cuándo notó que el rubio lo miraba sin decir nada.

Se acercó con pasos cortos y lo abrazó repentinamente.

—Recordé malos momentos— dijo en voz baja, apoyando su mentón en el hombro del pelinegro— Donghyuck...— susurró, haciendo estremecer al chico— Quédate a dormir.

La calentura subió al rostro del más bajo.

—¡¿Qué?!— inquirió sobresaltado— ¡¿De dónde salió eso?! ¡¿Por qué dirías algo así?!— chilló avergonzado— Hey... déjame ir, no puedo respirar— le dijo, a medida que el otro apretaba más su agarre— ¡¿Estás escuchando?! ¡Esto está doliendo!— protestó en un quejido— ¡Mark!— exclamó, enfadado y tratando de respirar correctamente.

Lo peor no era que lo estaba dejando sin aire de verdad, sino que ni siquiera fingía escucharlo.

Donghyuck suspiró con cansancio e impaciencia.

No podía enojarse y actuar como un niñato.

Tal vez Mark realmente necesitaba un abrazo después de todo.

Con sus manos, le dio leves palmaditas en la espalda del alto.

—Hey...— lo llamó— No tienes que sostenerme tan fuerte, no iré a ningún lado— le prometió, tranquilizándolo— ¿Cuál era el feo recuerdo que mencionaste?— preguntó, sin recibir respuesta alguna—... Así que no me dirás, ¿eh? Está bien, esto me trae buenos recuerdos— dijo él, llamando la atención del rubio— Me abrazaste así cuando nos conocimos por primera vez, ¿lo recuerdas?— inquirió, mientras Mark lo escuchaba atentamente— ¿Sabes cuán preocupado estaba? Tus ojos estaban cerrados y estabas temblando— contó— Pensé que morirías pronto, ahora que pienso en ello... Si no te hubiese encontrado ese día, no estaríamos aquí como estamos ahora.

Mark lo soltó, mirándolo de frente.

—¿Te arrepientes?

—¿Qué?

—¿Te arrepientes de haberme conocido en ese entonces?

El pelinegro frunció el ceño.

—¿...Por qué preguntas?

—Tengo curiosidad.

—No quiero contestar eso, realmente...— antes de poder terminar, el otro plantó sus labios en los del chico, callándolo.

—Tengo curiosidad...— repitió en un susurro, frotando el labio inferior del más bajo con su pulgar.

El sonrojo en las mejillas de Donghyuck era evidente.

Tuvo que correr su mirada para poder hablar tranquilamente.

—Yo... nunca me arrepentí— admitió— Incluso luego de que me dejaste y desapareciste... te odié, y estaba molesto y enojado contigo; pero nunca me arrepentí de haberte conocido... No podría, porque si hacía eso, no tenía nada más— dijo con sinceridad— Bueno, aunque esa no es la única razón.

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