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El rostro de Donghyuck impactó contra la mesa y éste jadeó de dolor.

—¿Dejarás de ser una perra mala?— preguntó Jeno.

En el momento en que el pelinegro iba a contestar, la puerta se abrió y Mark apareció.

—Vaya, vaya... ¿Qué hace un señorito como Mark Lee por aquí?

Donghyuck tragó saliva al verlo.

¿Cómo sabía que él estaba ahí?

Jeno notó que el rubio ni siquiera estaba mirándolo a él, sino al pelinegro de baja estatura que tenía su rostro pegado a la mesa.

Entonces rió.

—¿Será que viniste por este tipo?— preguntó, enderezando a Donghyuck tirando de los cabellos de su nuca, haciendo a éste quejar.

Mark apretó su quijada y caminó hacia el pelinegro, empujándolo para que suelte al pelinegro.

Una vez que lo logró, enfrentó a Jeno, pero éste fue más rápido y no perdió el tiempo dándole un puñetazo en el estómago.

—¡Mark!

El alto sostuvo su estómago, tratando de retomar el aire.

Jeno dio una leve carcajada.

—¿No te parece que estás siendo un poco rudo?— se burló— Al menos finge que te dolió.

El rubio elevó un poco su vista para mirarlo y sin que el otro lo esperara, le dio un puñetazo en la quijada.

El pelinegro perdió el equilibrio y se estrelló contra el sofá.

Rápidamente Mark se acercó y le dio una patada, Jeno se cubrió con sus antebrazos.

Donghyuck no tenía idea sobre qué hacer, debía detener al rubio, ¿pero cómo?

—Estuve pensando sobre lo que siento cada vez que te veo...— le dijo el pelinegro, notando que Mark se detuvo— Puedes seguir si no quieres escucharlo, idiota.

El chico se quedó quieto y callado, para después voltearse hacia el más bajo y mirarlo.

—Primero explícame esta situación.

—Entonces déjalo ir.

Jeno rió y ambos lo miraron.

—Estabas actuando tan engreído... tendrías que haberme dicho que este tipo te cubría la espalda, Na Haechan— dijo el pelinegro, levantándose— Está bien, terminemoslo aquí— sonrió, acercándose a Mark— La parte divertida siempre es el final, ¿cierto?

Después de eso, salió del lugar dando un portazo.

El rubio miró a Donghyuck.

—Explica.

El más bajo se estremeció y frotó su nuca nervioso.

—¿Qué tal si relajas la mirada...? Luces como si estuvieses a punto de golpearme...— Mark rodó sus ojos.

—Habla.

Ugh... uhm... bueno, perdón por haber desaparecido de esa manera, pero no es tu lugar el enojarte por lo que yo haga, ¿cierto?— inquirió mirándolo— Este es un problema que yo debo resolver solo, no quiero permanecer detrás tuyo y ser protegido siempre... Tampoco soy tan débil, así que no me trates como si lo fuese, es incómodo.

—Si ese es el caso, entonces no te preocupes— replicó el alto— Ni una sola vez pensé que eras débil, porque el débil aquí soy yo.

Donghyuck frunció el ceño.

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