Camino por la solitaria noche, con lagrimas corriendo por mi rostro, soy tan patético.
Me molesto conmigo mismo, me siento tan frustrado; llego a un parque y pateo una banca, que rompo obviamente.
-Nunca debí haber vuelto a Yokohama – musito, me siento en los columpios – pero amo tanto esta ciudad la Port Mafia es mi familia, mi hogar y a la familia no se le abandona, no como él lo hizo – lloro amargamente, mi alma es un desierto, y duele, duele mucho.
Me seco las lagrimas con coraje, me levanto, sigo avanzando a mi hogar, saco un cigarrillo, comienzo a fumar para intentar tranquilizarme.
Casi esta por amanecer cuando llego a mi casa, un pent-house en una zona exclusiva y resguardada por la Port Mafia. Activo mi poder, con el mismo hago que mi equipaje flote, conozco de memoria la seguridad del lugar, así que evitarla no será difícil, mi habilidad me da mucha ventaja, por suerte me puse también una sudadera con capucha, cubro mi cabello con la misma, gracias a la sombra que proyecta sobre mi rostro tampoco se me distingue.
Avanzo, sin dudar ni un segundo, camino por el lateral del edificio, inutilizo un par de cámaras, me oculto de algunos de mis hombres, hasta que por fin llego a mi piso, por el techo camino hasta por fin ingresar a mi espacio.
Dejo la maleta en la entrada, me quito los zapatos, el pantalón, la sudadera; solo me quedo en bóxer y playera, busco una botella de vino y una copa, me la sirvo, estoy por beber; su voz, sobreviene en mi mente, retumba una y otra vez, su mirada fría y la sonrisa burlona, llamándome de forma despectiva e hiriente.
<< Pequeño borracho adicto al vino >>
<< Pequeño borracho adicto al vino >>
Se repite una y otra vez.
Me enervo, frunzo mi ceño y aviento la copa de vino estrellándose en la pared frente a mí, el líquido carmesí mancha el blanco impoluto, no me importa, por esta vez tampoco me importa haber desperdiciado un buen vino.
-En un rato debo ir a la agencia, no te daré el maldito gusto de verme con resaca.
.
.
.
Como siempre que estoy en mi casa, me levanto temprano, desperezándome me dirijo al baño, mi rostro esta hinchado, me dormí llorando, las hormonas femeninas, si eso es.
Lavo mi rostro, tomo una tolla fría y me la coloco, eso ayudara a desinflamarlo, tras lavarme los dientes busco en mi closet ropa deportiva que me pueda poner, correr siempre me desestresa, debo seguir adelante, continuar con mi vida, con la rutina.
Todo mi conjunto deportivo es en color negro, salgo tal como ingrese, una vez fuera estiro, coloco mis audífonos al ritmo de Audioslave comienzo a trotar.
Conforme avanza el tiempo aumento la velocidad, así como el ritmo de la música, de rock avanzo a heavy metal, mis emociones están a tope, el ejercicio me sirve de liberación no pienso volver a quebrarme ante Dazai, no puedo matarlo porque aún puede ser útil para deshacer esto, solo por eso no lo asesino lento.
Termino mi recorrido de siempre, hice un poco más de lo habitual, que fue necesario, mis músculos están más relajados, bebo agua, estiro para enfriar, siento algunas miradas en mí, observo a mi alrededor, lo notó, hay hombre viéndome; oh no. Es porque soy mujer y con el vestuario, se adapta a mi silueta; me ruborizo, todo se marca muy bien.
-¡¿Qué mierda ven?, pervertidos?!
La furia emana de mis poros, es momento de ir a casa.
Con la misma estrategia de la madrugada entro a mi hogar, como si fuese un ladrón o ladrona, me rio, intentare tomarme esta situación con un poco de humor.

ESTÁS LEYENDO
Vidas Paralelas
FanfictionUna misión... Un nuevo poder... ¿Qué puede salir mal? Eso fue lo que pensó Nakahara Chuuya uno de los ejecutivos de la Port Mafia, sus misiones si bien siempre implican un gran riesgo nunca fueron problema para él, todo debido a su inmenso poder, ha...