Capítulo 31

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Creo que acabo de descubrir porque antes actualizaba seguido. Los capítulos que hacía antes eran más cortos. Este también es un capítulo algo corto. Espero que lo disfruten.

(Arriba foto de Daniel y su sonrisa) Cuando lean entenderán a que me refiero.

(Arriba foto de Daniel y su sonrisa) Cuando lean entenderán a que me refiero

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Cami
-De acuerdo. Mi otra opción es caminar bajo la lluvia.- Incluso yo misma me sorprendí de que aceptara pero no dejé la oportunidad pasar.

-Vamos.- Salimos corriendo bajo la lluvia y me monté en mi auto sin mojarme demasiado. Mientras tanto, Daniel aún seguía intentando abrir la puerta. Lo dejé unos segundos forcejeando contra ella hasta que halé el hilo que mantenía la puerta cerrada. Una vez dentro Daniel me miró con cara de enojo. Su cabello estaba empapado por completo.

-Lo siento, olvidé que tenía que abrir la puerta- me reí mientras él me seguía mirando mal. Arranqué el auto antes de que algo más pasara. Por suerte no tardó en arrancar, aunque hacía un chirrido extraño. Le pedí la dirección de su casa y me la dio mientras miraba las cosas que tenía tiradas en el suelo. Por alguna razón empezó a recogerlo todo y a ponerlo en su lugar.

-¿Hay algún motivo para tener botellas plásticas vacías dentro de tu auto?- ¿Que rayos hace?

-El mismo motivo que tienes para meterte en un carro ajeno y cambiarlo todo.- dije quitándole el pañuelo que estaba intentando doblar y lo tiré a la parte de atrás del auto.- ¡Deja mi auto como está!

-¿En serio puedes vivir en paz con tanto desorden?- hizo su clásico gesto de alzar la ceja.

-El desorden es una parte importante de mi vida aunque no lo creas.- El chillido extraño que hacía el motor del auto se detuvo. Me quedé esperando por si se detenía pero no pasó.

-Una parte que deberías eliminar.- A pesar de lo que le dije seguía buscando cosas que poner en su lugar.

-Estoy muy bien con mi desorden.- le dije de manera cortante.

-Eso no parecía cuando me pediste ayuda.- ¿Qué tendrá que ver mi carro con el favor que le pedí?

-Estamos hablando del desorden del auto, no el de mi vida. Aunque parece que no pides nada a cambio por limpiar el auto.

-Mi bien mental es algo a cambio suficiente.- tomó un papel doblado y lo empezó a abrir.- No puedo estar en un lugar en este estado. Sin embargo, tu vida no me afecta.

-¡Deja mis cosas! No te importa ayudarme, no te importa mi vida y no te debe importar mi auto.- le grité explotando contra él de repente.

-Ahora te vas a poner a llorar porque no te ayudé.

-Es que eso es lo peor. No me molesta que no me ayudes. Me molesta que no tengas ni un poco de empatía.

-Lo siento mucho porque no me importa que te pase.- Me contestó ofendido. No entiendo por que él es el que se ofende aquí.

Cassandra (Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora