03| Tocate.

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-¿Ves esto?-señaló Rubí el agujerito que tenía la puerta-. ¡Es para que no dejes entrar a imbeciles!

Kriss estaba sentada en el sillón, abrazándose las piernas y ocultando el rostro en ellas. Después de la partida de Alejandro se sintió tan humillada y destruida que solo alcanzó a ponerse la pijama para estar cómoda durante su momento de miseria.

-¡Él me pidió perdón!

Se defendió la mujer separando la cabeza de las piernas para enfatizar bien el punto.

-¡Pues si es un cabron y bien lo sabes!-gritó Rubí andando a la cocina, aun con la ropa de la oficina, tan cansada de trabajar todo el día que lo menos que deseaba era cocinar-. Mírame a la cara y dime que ésta es la primera vez que hace de las suyas y llega pidiéndote perdón hecho toda una víctima.

Kriss se quedó callada.

Enmudeció después de lo dicho por su hermana y no habló aun cuando el departamento se volvió a llenar del aroma del pollo de mamá.

Los ojos se le empañaron. ¡Era una estupida! Siempre caía en su juego y salía pisoteada.

-Yo lo quiero, Rubí.

La pelirroja suspiró.

-Pues te has de querer muy poco a ti misma andando con alguien que te trata como se le da la gana.

Puntualizó poniendo frente a la rubia un plato con la comida que había calentado.

-Cena-volvió a hablar-, quedé con alguien y debo ir a casa a darme una ducha.

Kriss no la miró. Sus palabras habían sido una daga punzante que le atravesó el pecho. No tuvo piedad, no se detuvo ni siquiera un segundo a considerar que estaba tan rota que sus palabras penetrarían entre las grietas para producir más destrucción.

"Las verdades duelen" susurró su Angelito.

Y vaya que sí.

Ardían de tal forma que durante unos cuantos segundos, sopeso la idea de que su amor propio era tan escaso que creía merecer a un tipo que cada fin de semana le ponía los cuernos.

-Diviértete-susurró por lo bajo, con los ojos puestos en el pollo y las manos aun abrazando su cuerpo.

-Antes quiero que me des tu teléfono.

Esta vez, Kriss levantó del todo la cabeza para verla.

-¿Disculpa?-preguntó ingenua.

-Que me des tu teléfono. Ahora.

Le exigió.

Durante unos momentos se retaron con la mirada, pero el lazo que tenían era tan fuerte, que finalmente la rubia cedió y le entregó el móvil.

Miró como su hermana le movía un par de cosas y después se lo regresaba, con el rostro aún serio.

-Eliminé su numero. Además lo he bloqueado para que no te entren llamadas suyas-la voz le sonaba amenazante-. Y te juro que como me entere que lo has vuelto a ver, te encierro en mi departamento mientras salgo a asesinarlo, ¿entendiste?

Kriss asintió y Rubí le dejó un beso en la frente antes de marcharse.

Cuando la madre de ambas murió, ella era tan pequeña que la pelirroja se hizo cargo de su cuidado aun cuando solo era unos pocos años mayor.

Le impresionaba lo mucho que había logrado madurar, pero algunas veces extrañaba que se comportara como una hermana en lugar de como una madre sobreprotectora que no daba pie a errores.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora