17| Labios de Chocolate.

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El corazón le comenzó a latir con fuerza en el pecho. Las manos le temblaron y justo aquel lugar que él tocaba, comenzó a hervir como si en él se alzara el fuego de un delirante infierno.

-Yo... necesito ir a trabajar, Noha.

-Tienes buenos encargados en los restaurantes. Rubí podrá irlos a visitar si es lo que gustas. También puedes trabajar desde mi computadora-parecía como si tuviera todo planeado-. Solo serán un par de días.

La voz de Noha era seductora, hechizante, como si intentara introducirla en una burbuja de azúcar para que aceptara la descabellada oferta.

Dio un respingo cuando sintió como una mano grande se colocaba en su muslo desnudo, justo abajo de la ligera falda. Miró a Noha, sus ojos se habían vuelto más oscuros, más atrapantes.

Soltó un suspiro cuando la mano comenzó a subir por su piel, con caricias lentas y suaves. Estaba hirviendo en llamas. Todos sus sentidos encendieron alertas por cada poro que se alzaba en su piel.

El hombre se acercó a Kriss, hasta que sus labios nuevamente le volvieron a rosar la oreja. Tomó con sus dientes la carne y tiró de ella con deleite escuchándola suspirar.

Ambos estaban ardiendo.

-Si me dices que sí, prometo hacerte mía en cada una de las habitaciones que hay en esta casa.

La mano masculina subió hasta que se topó con sus delgadas bragas de encaje. Estaba mojada, estaba lista para él. Suspiraba como si lo deseara adentro, como si no pudiera tolerar la espera.

-Es una buena oferta, pero también es arriesgada-susurró Cristina con la poca voz que podía soltar.

Noha comenzó a mover sus dedos lentamente por encima de la tela, provocando a sus más grandes impulsos. Cuando la sintió temblar se decidió por dejar besos húmedos en su cuello, calientes, potentes y abrazadores.

Kriss se sentía en el cielo, en un paraíso prohibido que poco a poco la comenzaba a consumir.

De un momento al otro perdió toda cordura. Todo pensamiento razonable comenzó a desvanecerse y se halló perdida en un deseo que no supo detener.

-Bésame los labios-se escuchó suplicándole sin poder controlar su boca.

Sintió de pronto cómo Noha mordía lentamente su cuello, en un delirio doloroso que le causó placer.

-¿Cuáles?-preguntó con su voz ronca y Kriss no lo soportó.

Tomó el rostro del hombre, abrió los ojos y se movió lo suficientemente ágil para que quedaran cara a cara. La mirada de Noha era oscura, perversa y excitada. Si bajaba los ojos estaba segura de que podría delinear el bulto hinchado que crecía en sus pantalones.

Los dedos del hombre movieron lentamente la tela de encaje, sin soltarle la mirada, y se dedicaron a acariciar la humedad que lo recibía.

Kriss soltó un pequeño suspiro mientras se mordía los labios y en un intento de supervivencia cerró las piernas, quitándole completamente el paso a su cuerpo. Noha frunció el ceño y sacó su mano con incredulidad.

-Tienes que dejar de jugar conmigo-le soltó Cristina con las palabras entrecortadas. Se estaba muriendo de deseo.

Él entornó los ojos y ella lo descubrió levantando los dedos y llevándoselos a la boca.

-Me encanta jugar contigo, Kriss-su voz era ronca, peligrosa y perversa.

Se supo rendida ante él, deseosa de que su lengua le recorriera el cuerpo, de que sus labios le revelaran el sabor de su boca.

Se levantó lentamente de la mesa con movimientos un poco torpes. Le temblaban las piernas, pero debía de lidiar con ello. Lo sorprendió sentándose en su regazo, acomodándose con el vestido para que sus cuerpos quedaran bien unidos.

Pudo saborear su pecho contra el suyo, sus grandes piernas trabajadas debajo de las suyas y el enorme miembro duro que le presionó justo donde quería que lo hiciera.

Lo tomó del rostro, mostrándole que ella también sabía jugar y, siendo consciente del fuego que desprendían sus pupilas, acercó sus labios hacía los suyos y comenzó a besarlo lentamente.

Ambos soltaron un gemido, maravillandose con lo bien que combinaban sus bocas humedas. Los brazos de Noha la rodearon fuerte, la pegaron más a él, buscando sentirla suya.

Se besaron con deleite, suave y pausado, dejando que sus labios se conocieran, que sus lenguas danzaran lentamente entre ellas. Kriss sintió como las grandes manos masculinas se acercaban a sus nalgas y las tomaban fuertemente.

El beso se intensificó, se volvió fuego. Resultó una guerra entre ambos. Se descubrió moviéndose fuertemente sobre su miembro, deseándolo, buscando su propia satisfacción.

Estaban en un punto en el que se olvidaron completamente de la situación. Solo fueron ellos, ellos sus bocas, sus manos y sus ganas.

-Sabes a chocolate-indicó Noha mientras tomaba su regordete labio inferior entre sus dientes.

Kriss soltó un suspiro y echó la cabeza hacía atrás. Estaban agitados, perdidos entre las sensaciones que los dominaban.

-Me quedaré-concluyó ella, mirando cómo la sonrisa del hombre se expandía.

Sintió de pronto como la levantó en el aire sin soltarla. Rodeó las piernas en su cuerpo y se ubicó en su cuello para dejar besos húmedos y fuertes. Lo besó desde la oreja hasta la clavícula, una y otra vez, maravillándose con la intensidad con la que comenzaba a apresar su cuerpo.

Noha caminó hasta que llegó a las escaleras y las subió como si llevara practicando eso de andar por ellas con buen peso encima. Llegó a la planta alta y se adentró en el cuarto de la mujer. Cuando la volvió a poner en el suelo se dispuso de nuevo a atacarle la boca.

Quería probarla, sentirla, saborearle los sentidos.

-Soy fuerte, Kriss. Me gusta el sexo duro-le advirtió mientras le mordía la piel.

Kriss bajó su mano lentamente. La deslizó desde su cuello hasta el bulto que tenía en el pantalón. Lo apresó entre sus manos, masajeándolo con la palma, restregándose en él.

Cuando lo vió cerrar los ojos y suspirar, sonrió triunfante.

-Me muero de curiosidad-susurró comenzando a acercarse a su oído, con besos suave que acompañaron los movimientos de su mano-, pero la verdad, estoy muy cansada y tengo sueño.

Fingió un bostezo, lo soltó y dió dos pasos hacia atrás.

Noha se quedó ahí, con la cabeza llena de dudas y un miembro tan duro que juró que iba a explotar. Abrió los ojos, intentó respirar y se encontró con una gran sonrisa juguetona en los labios de la Cristina.

-Debes de estar bromeando-le dijo con el ceño fruncido, pero ella negó.

-Para nada. En verdad estoy muy cansada.

Se miraron a los ojos un par de segundos, evaluando la posición en la que cada uno se encontraba.

-Te vas a arrepentir, Cristina-le susurró Noha con los dientes apretados.

La sonrisa de la rubia creció aun más.

-Posiblemente, pero por el momento he ganado.

Lo miró a los ojos hasta que salió de la habitación soltando humo, dejándola sola con unas ganas tremendas de seguirlo y pedirle que terminara el trabajo, pero no lo hizo, porque no podía dejar que el juego terminara tan rápido.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora