09| Lencería.

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Aquella mañana, cuando abrió los ojos, de pronto descubrió que el sol que entraba por la ventana brillaba un poco más fuerte que cualquier otro día que se hubiera detenido a admirarlo, aunque bueno, no era muy común que echara un vistazo al cielo, pero la emoción que danzaba en su cuerpo le rogaba que, por tan solo un segundo, detuviera su vida y notara los pequeños detalles que vuelven los días más pasables.

Respiró profundo, estirándose para ponerse de pie. Se sentía como si, de pronto, fuera más ligera. Podía asegurar que andaba por el piso de madera entre caminando y volando. Era algo similar a creer que había dejado el cuerpo en la cama y ahora solo andaba con su alma, esa que, sin previo aviso, amaneció con un parche en el hueco que llevaba en el pecho.

Era sencillo, tan fácil de descifrar, que cualquiera que viera la sonrisa que llevaba en el rostro diría que había tenido buen sexo, pero no solo eso, aquel gran detalle no era el único detonante. Una de las grandes razones de su felicidad era la voz que aun seguía danzando en su cabeza como la brisa del viento cuando mueve las copas de los arboles.

Si cerraba los ojos, podía recordar sus suspiros roncos, su voz excitante pidiéndole que se tocara, su tono juguetón suplicándole que abriera la caja. Noha, aun sin conocerlo físicamente, se estaba volviendo una parte importante de su día.

Llegó el momento en el que, de pronto, aquella mañana al despertar, se dió cuenta de que deseaba ansiosa que se volviera a acabar el día para charlar con él.

Respiró profundo, sintiendo a su corazón latir apresurado, y se metió en el baño para darse una ducha. El espejo en el que se reflejó al entrar no mentía cuando dejaba ver a una chica rubia, de cabello ondulado a los hombros, con unos ojos que brillaban como si los rallos del sol se hubieran concentrado en ellos.

Se duchó tomándose su tiempo. Eran apenas las 7:00 am cuando se metió en su armario. No entendía del todo a que iba ese cambio enorme en sus ser, pero, como quien no quiere la cosa, terminó esculcando sus cajones buscando una ropa interior sexy. Ella no era de encajes, ni de correas sensuales. Quizás jamás se le pasó por la cabeza comprar porque Alejandro se burlaba de ella cuando aparecía con lencería, pero se prometió, con la barbilla en alto, que iba gastar buena parte de las ganancias de esa día, en ropa tan sexy que no necesitaría estar desnuda para sentirse perfecta.

Era una cuestión de seguridad, no de atraer hombres. Quería sentirse fuerte, poderosa, dominante, y cuando se colocó el conjunto rojo, lo logró. Se puso un vestido elegante y unos tacones altos. Corrió a la cocina a preparar café y para las 7:30 ya estaba en un taxi camino al local en el que se abriría su nuevo restaurante.

Se recostó en el asiento sabiendo que para ser temprano, se sentía muy descansada. Sonrió lentamente de lado y se permitió cerrar los ojos unos segundos. En su mente bailó la sensación de que Noha la tocaba con sus manos, mientras regaba besos suaves y ardientes en el hueco de su cuello. Besos, de esos, que un día entiendes que te harán perder la cabeza.

Abrió los ojos cuando sintió que le ardía el rostro y bajó del coche cuando la dejó en la propiedad.

Los encargados de la remodelación llegaban tan temprano, que cuando el taconeo de su lindo calzado inundó el lugar, todos se pusieron atentos ante la presencia de la jefa.

Kriss se llevaba bien con quien le sonriera bonito. Era una persona fácil de querer, y de igual forma, siempre le fue sencillo querer a los demás.

-Buenos días-saludó a todos con una sonrisa cálida, mientras ellos le devolvían el saludo y se disponía a caminar por el lugar observando el progreso.

Olía a pintura fresca. Afuera, los jardineros arreglaban el exterior. Quería mesas bajo la luna, eso es seguro.
Adentro, colocaban molduras y pulían la madera del piso. Estaba casi perfecto y listo para la apertura dentro de una semana y media. La mueblería llegaría unos días antes para ser colocada en su lugar, y ella, ansiosa, disfrutaba del temblor de sus manos mientras se imaginaba estrenando la gran cocina que cobraba vida frente a sus ojos.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora