24| Acorralada.

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Finalmente optaron por pedir comida. Ninguno de los dos tenía animo de ponerse a cocinar, y eso era extraño viniendo de ambos, pero es que realmente traían tantas ganas de reclamarse, de fundirse y perderse, que definitivamente no podían tirar el tiempo poniéndose a cortar verdura.

Noha le marcó a unos de sus empleados, les dió varias indicaciones y finalmente, en quince minutos, el timbre del departamento de Kriss inundó el lugar.

Ella miró con curiosidad como un par de hombres vestidos de negro entraban a su departamento. Por ordenes de Noha dejaron en la mesa un par de bolsas con comida y una caja de cartón. Era una simple caja, café como muchas y con una tapa sencilla, pero Kriss estaba comenzando a aprender que las cosas, viniendo de Noha, no podían ser tan fáciles.Él podía tomar una chispa y provocar una explosión, y esa era una de las muchas cosas que le gustaban de su alma peligrosa.

Tardaron solo un par de segundos en volverse a quedar solos en aquel ambiente provocador que guarda todos sus deseos.

-¿Qué traes ahí?-preguntó curiosa mientras se acercaba a Noha con los brazos cruzados.

Él le sonrió con perversidad y no pudo evitar sentirse pequeñita ante sus ojos morbosos.

-Primero vamos a comer algo y después te enseñaré-le respondió guiñándole un ojo y comenzando a desempacar las charolas que venían en la bolsa.

Kriss pensó en rechistar y quejarse, pero un olor exquisito comenzó a invadir sus sentidos, llegando a limpiar de su sistema el aroma a omelette quemado que aun torturaba a su nariz. Miró atenta como sacaba pollo en salsa agridulce, arroz blanco, cebollines, camarones empalizados y una gran variedad de salsas. Era demasiada comida para los dos. Parecía que quería tener suficiente para poder mantenerla retenida en su departamento y hacerse de su cuerpo todas las veces que se le antojaran.

Sonrió tras pensar en eso y tomó asiento en uno de los sillones.

-Me gusta cuando sonríes.

Dijo él y fue lo último que se mencionó en el lugar antes de que ambos se pusieran a comer. Noha tenía la completa capacidad de sacarla de su zona segura. Él tomaba todo a lo que ella estaba acostumbrada y sobrepasaba los limites de sus sueños más grandes.

Alejandro jamás le dijo que se veía hermosa aun cuando ella se hubiera pasado toda la mañana arreglándose para ir a verlo, y Noha, en aquel momento en el que se veía despeinada y solo una fina bata cubría su cuerpo pálido, alagaba su sonrisa como si en ella se ocultara la paz del mundo.

Él la hacía sentir como si no tuviera defectos, como si no existiera otra mujer que pudiera ocupar su lugar, como si llevara el atuendo más elegante y el maquillaje más elaborado. Noha la hacía sentir perfecta, única. Podía elevarle la autoestima al cielo y enseñarle a disfrutar la vida con su boca.

Ese hombre podía hacer magia, y de eso ya no le quedaba duda.

-¿Te gustó?-preguntó cuando la vio hasta degustar sus dedos manchados en salsa.

Kriss sonrió completamente satisfecha, como una niña pequeña a la que le acaban de dar un dulce. Noha se quedó unos cuantos segundos delineando sus gestos y después, completamente perdido en ella, le tendió la mano para que ambos se pusieran de pie.

-Ha sido fabulosa-respondió ella con el estómago lleno.

De pronto, todos aquellos sentidos que estaban perdidos en la comida, se dirigieron al hombre que la veía con una mirada intensa y provocativa.

-Bien, ahora que ya has comido, quiero que entres en la habitación y me esperes ahí-le indicó lentamente con la voz pausada.

Los ojos de Kriss brillaron con excitación.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora