05| Atrevida.

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Las manos de Kriss temblaban con intensidad.

¡No lo podía creer! En verdad que no.

-¡Es la mejor noticia del mundo!-gritó Rubí, mientras sus ojos se paseaban por las páginas del periódico donde, La Gran Maravilla Del Mundo, estaba en primera plana.

El encabezado citaba "La Joven Empresaria, Cristina Archer, impresiona a Los Ángeles con la próxima inauguración de La Segunda Gran Maravilla Del Mundo.

La mencionada Chef se encuentra creciendo sin freno alguno en la industria, y el crítico culinario, Dean Byrne, ha hecho publica su visita al evento".

¡Es que no lo podía creer!

-¿Ya leíste la parte de Dean?-le preguntó Kriss a la pelirroja, mientras ésta seguía leyendo la primera plana, aun sin creerlo-. ¡Si lo logro impresionar me ganaré una estrella Byrne, Rubí! ¡Una estrella Byrne!

Estaba que perdía la cabeza.

Se había pasado todo el día metida en la oficina con los preparativos legales del nuevo restaurante, amontonando los documentos en su cabeza para que no le diera tiempo de pensar en el sueño que había tenido esa misma mañana.

Hasta las mejillas se le coloraban de solo recordar la vergüenza que se llevó con el abogado, pero simplemente negaba eliminando el asunto, como si no hubiera sucedido, y seguía trabajando. O por lo menos lo hizo hasta que el periódico del día fue puesto en sus manos y no pudo hacer otra cosa que no fuera ir corriendo con Rubí para contárselo.

La mujer en cuestión era su confidente, su hermana, la madre que la crió, y no existía otra persona con la cual quisiera compartir aquel triunfo en su carrera.

-¡Esta noche nos vamos de fiesta sí o sí!-respondió la pelirroja, completamente emocionada-. Tenemos que celebrarlo.

Kriss asintió enérgica.

-¡Desempolvaré el vestido rojo!

Ambas hermanas estaban que brillaban de entusiasmo.

Mientras Rubí corría a su departamento para alistarse, prometiendo que pasaría por ella a las nueve, Kriss se dispuso a andar por la casa simplemente caminando. Pensar se le daba estupendo en aquel momento, pues le daba esperanzas, y vaya que quería creer que obtendría una estrella Byrne.

Sentía que se derretía de solo rozar la idea. ¡Aquel era su sueño dorado!, ¡una de sus metas más grandes!

Aún podía cerrar los ojos y recordar a la niña que soñaba con abrir su propio restaurante, y ahora, ya iba para el segundo sin ni siquiera haber llegado a los treinta.

Cuando se cansó de caminar, corrió a su habitación buscando en el armario el vestido rojo que utilizaba cuando se iba de fiesta. Corto, ajustado, escotado y perfecto. Era elegante y sexy. Era el tipo de vestido que gritaba sexo, y vaya que ella lo necesitaba.

Sacó sus tacones negros y ropa interior del mismo color. Dejó todo tendido en la cama y tomó su teléfono para poner musica mientras se daba una ducha.

Apenas eran las 7:30, y si se iba de fiesta, quizás no estaría disponible para hablar con Noha.

Noha.

No había forma de sacarse ese nombre de la cabeza. Calaba, hacía eco y retumbaba en todas aquellas partes en las que la había tocado en su sueño.

Quizas fueron esas mismas ganas las que la empujaron a entrar en la página de citas para enviarle mensaje. Las manos aun le temblaban y las piernas le siguieron el ritmo, cuando, sin pensar, le escribió.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora