20| Oscuros Secretos.

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Kriss se quedó tirada en el suelo hasta que sintió que la temperatura de su cuerpo volvió a la normalidad. Se levantó, bebió una copa completa de vino y rejuntó las sabanas. Lavó los platos que ensució y se sentó un rato en el sofá a ver la televisión.

Afuera la lluvia había tomado intensidad, era fuerte, y Mosh, buscando un refugio de los truenos, bajó con Kriss para que le rascara la cabeza. Ambos se quedaron ahí en la sala de estar, buscando calor, y en algún momento de la película se quedaron dormidos.

Despertó un par de horas después, pero cuando abrió los ojos, se descubrió en su habitación. La luna ya había caído, volviendo oscura la lluvia que retumbaba en el cielo. Kriss se estiró en la cama y sintió algo pesado contra sus pies. Levantó la cabeza encontrando a Mosh hecho bolita y terminó sonriéndole con ternura.

Se estiró tomando una pequeña sabana para cubrirlo del frío y descubrió con el ceño fruncido que alguien le había quitado el short de mezclilla para acostarla únicamente con la ligera blusa de algodón.

Apretó los dientes con frustración, recordando su último encuentro con Noha y se dejó caer en la cama sintiendo como su cuerpo se volvía a poner caliente. Toda su piel reaccionaba a él sin siquiera tenerlo adentro de la habitación. Estaba sola, con la cabeza llena de recuerdos y un alma deseosa de que aquel hombre llegara a detener a sus demonios.

Soltó un bufido tallándose el rostro. Las cosas no se podían quedar así.

Intentó salir de la cama lentamente para no despertar a Mosh. Cuando estuvo libre lo cubrió con la sabana y se dispuso a buscar el celular que no tenía ni idea de dónde lo había dejado. Era extraño, porque normalmente siempre estaba cerca de él, haciendo llamadas, mandando mensajes, atendiendo correos, y en aquellos momentos con Noha, incluso se olvidó de que existía.

Supongo que, de cierto modo, así es como deduces si una persona se vuelve importante en tu vida, y es que ella, por más que intentaba, no podía dejar de pensar en él.

Terminó encontrando el movil arriba de una silla. No se detuvo a revisar nada, simplemente se limitó a marcar el número de Rubí. Era simple, se estaba muriendo de ganas de que Noha la hiciera suya, de que cumpliera cada una de las promesas eroticas que le había susurrado al oído, y para ello, primero tenía que ganar aquel delirante juego.

Rubí era una amante de la seducción. Ella podía poner a todo el infierno ante sus pies y salir victoriosa. Y en aquel momento necesitaba que le diera concejos, que la ayudara a hacer que Noha no pudiera resistirse a su boca.

Marcó un par de veces, pero la llamada jamás fue contestada. Lo intentó una vez más, pero su hermana seguía mandándola directamente al buzón. Apretó los dientes con molestia. Tenía que ingeniárselas ella sola entonces.

Pasó un buen rato ideando un plan en su cabeza, una estrategia para darle justo en el punto débil, que, a decir verdad, aun no le había descubierto, pero presentía que estaba a punto de acariciarlo.

Cinco minutos después tomó un conjunto sexy del bolso que había preparado Rubí y entró al baño dándose una ducha para ponérselo. Se colocó la loción que pareció gustarle a Noha, un poco de brillo en los labios y alborotó su cabello. Finalmente se cubrió con una fina bata antes de salir al pasillo con los pies descalzos.

La casa estaba completamente oscura. En las esquinas andaban sombras rondando y por las paredes retumbaba el sonido de los truenos. No sabía donde había interruptores para encender la luz, ni mucho menos estaba segura de donde podía buscar a Noha. Anduvo a siegas por el largo pasillo hasta que miró salir una luz naranja por debajo de una de las puertas.

Se acercó a ella lentamente, intentando borrar el miedo que se acumulaba en su cabeza. Dejó el nerviosismo a un lado, el pánico que la invadía y finalmente se aventuró, porque ya era hora de que sacara los dientes y mostrara que ella tenía el potencial para ponerlo a sus pies.

Dió un par de pasos más hasta que una gruesa voz inundó sus oídos.

-¡¿Cómo que se te perdió?!-Noha gritaba desde adentro de su habitación.

Kriss se quedó pastamada, clavada en el suelo, con el panico volviendo a entrar en su cuerpo.

-Te pedí una sola cosa. ¡Una sola maldita cosa! ¡Y la hiciste mal!

Dedujo rápidamente que debía de estar hablando por teléfono porque era imposible que alguien llegara a la isla con aquel clima Tragó grueso, pensó en marcharse, pero sus pies no le respondían.

-¡Claro que se fue a Rusia! De seguro planea hablar con mi padre, carajo.

Jamás lo había escuchado hablar tan fuerte. Estaba enojado, furioso, encendido en llamas. No había conocido aun esa parte de Noha, esa intimidante, peligrosa y que tenía que ir acompañada por un equipo de seguridad.

-¡¿Qué se supone que haga ahora?!-volvió a gritar-. Sí, estoy con ella, no puedo salir de la isla.

¿Ella?, ¿Se refería a Kriss?

Se lo imaginó caminando por la habitación desesperado, soltando humo por las orejas, paseándose la mano con coraje por el cabello, en un intento fallido por calmar sus nervios.

-Quiero que llames a Petter y refuercen la seguridad... ¡No me interesa tu estupida política! Tú dejaste que se escapara, ahora arréglalo.

Kriss estaba intrigada, nerviosa y un poco asustada. Noha sonaba furioso y ella nunca había saboreado ese nivel de enojo en él. Se le erizó la piel, tragó grueso y con los pies temblorosos intentó marcharse cuando la voz del hombre se volvió a alzar, pero sus pasos se enredaron, y lo que siguió, fue su cuerpo golpeando contra la madera del suelo. Soltó un quejido cuando sus rodillas impactaron y una mueca de dolor invadió su rostro nervioso.

Quiso desaparecer, esfumarse, cuando la puerta del cuarto de Noha se abrió liberando la luz naranja que provenía de adentro.

El cuerpo de Kriss intensificó los temblores de sus piernas. La pequeña boca se abrió con sorpresa y espanto, mientras él la delineaba imponente, enorme frente a la posición en la que estaba.

-Luego te hablo-le soltó al teléfono que llevaba en la mano y alzó una ceja en la dirección de la mujer.

Lo primero que ella notó en él fueron sus ojos. Estaban más oscuros que nunca, teñidos de una rabia que provenía del fondo de sus entrañas, y que, ante ella, poco a poco se fueron ablandando. El enojo comenzó a abandonarlos, a esfumarse y marcharse, para dar paso a unas pupilas pervertidas, desafiantes, sensuales y muy excitadas.

Lo primero que Noha vio de ella fue su rostro nervioso y lo mucho que se había levantado la bata que llevaba cuando calló, dejando que sus ojos se aventuran por sus piernas de miel.

-¿Espiando, señorita Archer?-preguntó divertido mientras cruzaba los brazos y alzaba una ceja.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora