04| Piensa en mis manos.

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Las sábanas en las que Kriss estaba recostada eran suaves. Le encantaba comprar ligeras para que el viento fresco de la noche se colara hacía su piel.

Afuera de su ventana, la luna brillaba con vida propia.

Se removió, con la luz centelleante que poseían las estrellas durante la madrugada.

De pronto, la cama se comenzó a hundir como si alguien se subiera a ella. Pasos lentos, suaves. Kriss sintió como una fuerte mano se colocaba en su pierna, esa que estaba cubierta solo por la suave sabana.

A la mano se sumó otra. Ambas llegaron hacia el dobladillo del short y tiraron de él lentamente hasta que lo sacaron por completo. Kriss soltó un suspiro cuando las yemas de los dedos acariciaron las bragas negras que separaban sus ganas.

—Estás mojada—susurró el hombre mientas acercaba su boca a la de ella. Permaneció ahí durante un par de segundos, disfrutando la respiración agitada de la chica a causa del pulgar que comenzó a jugar encima de la tela.

Le dió un tirón con los dientes al labio inferior mientras presionó más con el dedo.

La rubia se arqueó dominada por el fuego que creció en su cuerpo. La piel le ardía. El vientre le cosquilleaba deseoso de que se hundiera en ella, de que la proclamara suya e invadiera cada rincón de su cuerpo.

Se retiró la sabana sofocada con el calor que salía de sus poros y se dedicó a llevar las manos al pecho del hombre, pidiéndole que se acercara a ella, rogándole que hiciera una presentación entre sus pieles.

Se moría de ganas de que saciara su hambre.

Sabía quién era él, lo sabía por el rubor que le coloraba las mejillas con su voz, y por más que sus ojos desearan delinearlo con las pupilas, no podía abrirlos.

Noha obedeció a sus ordenes y se pegó completamente a ella. Unió sus labios en un baile placentero, furioso, fuerte, fugaz.
La piel de ambos se encendió en llamas, prometiéndoles que se volverían cenizas, pero estaban dispuestos a correr el riesgo.

La boca de él se adueñó de su cuello, degustando en cada beso húmedo los susurros que salían de la boca de la mujer. Con cada mordisco que le proporcionaba a su piel, el dedo entre sus bragas hacía más presión en su centro. Tentándola, seduciendola, humedeciendola, saboreando con su mano aquellos lugares a los que quería llegar con la boca.

—¡Hazlo ya!—le suplicó cuando las manos del hombre se dedicaron a sacar la blusa que cubría su pecho.

Se acercó a su oído y mordisqueó nuevamente el lóbulo, saboreando su piel y sus suspiros.

—Shh, déjame jugar—El susurro fue acompañado de un tirón en sus pezones, y para cundo se dió cuenta, la boca del hombre también los atendía a ellos.

Los besaba lentamente desde la base hasta la punta, saboreando el camino y el retroceso. Mordiendo en un delirio tan suave que Kriss comenzó a perder la cabeza.

Tomó con fuerza el pecho del hombre, se aferró a su espalda, deseosa de que cumpliera sus deseos. Deseosa de que la hiciera gritar su nombre, pero él seguía jugando. Seguía besando los pezones, torturandolos con los dientes, bajando con su boca por el abdomen, hasta que su lengua delineó el limite que pintaban las bragas y aún sobre ellas, sacó su lengua para probar su humedad.

—¡Ah!—Kriss se retorció cayendo en su juego, volviéndose un auténtico peón.

Podía hacerle lo que quisiera.

Las manos de Noha rápidamente quitaron las bragas, y para cuando Kriss fue consiente, comenzó a hundirse en ella lentamente. Primero un dedo, después otro.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora