08| Lazo Rojo.

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—¿Kriss?

Tenía la voz ronca, suave pero un poco gruesa. Era masculina y muy sensual. La clase de voz que quieres que te susurre al oído palabras calientes mientras entra en ti.

—Nena, te escucho respirar—le dijo con una pequeña risa al final.

Tomó una enorme bocanada de aire para poder responder.

—Yo... me acaba de llegar tu paquete— no entendía porqué, de pronto, se sintió pequeña, como una niña que necesita que le tomen la mano.

—¿Lo has abierto?—la voz se le volvió más ronca, más juguetona.

De pronto, todo el cuerpo de la mujer se volvió a encender. Las brazas de sus entrañas revivieron y causaron un incendió en su vientre. Estaba mojada, mucho. Llevaba días con unas ganas tan fuertes, que tuvo que apretar los labios para no soltar un suspiro tras la voz de ese hombre.

—¿Quieres jugar, nena?—si cerraba los ojos podía sentir su respiración, justo como si su aliento le golpeara en el cuello.

—Sí.

La respuesta fue inconsciente. La dijeron sus ganas, la pronunció aquel lugar que quería ser atendido con fuerza.

Noha suspiró del otro lado de la linea telefónica, profundo, excitado.

—Bien, ¿qué llevas puesto, Kriss? Quiero imaginarte frente a mí.

La mujer se mordió el labio y con su mano libre recorrió el borde de la bata de baño hasta llegar al cinturón que desató lentamente hasta que toda la tela que la cubría cayó al suelo.

—Estoy desnuda—respondió con la voz más sexy que se encontró—. Voy saliendo de la ducha y aun llevo el cabello mojado.

El hombre soltó un suspiro fuerte.

—¿Qué llevas puesto tú?—volvió a hablar Kriss.

—Traigo la camisa a medio quitar y justo me estoy deshaciendo del pantalón.

La mujer cerró los ojos de nuevo y se lo imaginó con el traje del trabajo, desabotonado, con la tela apretada por la enorme erección que reclamaba ser libre.

Se lamió lentamente el labio inferior. Lo quería en la boca.

—Abre la caja, Kriss—le ordenó y ella podía jurar que ya estaba en broxer.

Abrió los ojos, las manos le temblaron. Se acercó a la caja blanca que estaba en su cama y acarició el listón, sacándolo lentamente de un tirón.

—Ponme en altavoz—volvió a hablar él.

Lo hizo y colocó el teléfono a un lado mientras levantaba la tapa de la caja. La boca se le secó y sus ojos se abrieron enormes, con la sorpresa pintada en las pupilas.

No pudo evitar sentir que le temblaban las piernas y se humedecía aun más.

—¿Te gustó?—la voz de Noha retumbó en sus oídos mientras su mente aún digería lo que estaba viendo: era un vibrador morado que tenía un lado para la vagina y un estimulante para el clitoris. Marcaba varias velocidades, muchas, en realidad, y llevaba una pequeña nota que rogaba "piensa en mis manos".

Era inevitable pensar en el poder que ya tenía ganado sobre ella. Ni siquiera la había tocado y ya la tenía a su merced.

—Te he dicho que no me toco, Noha.

Sus ansias le reclamaron inmediatamente después de decir eso.

—Y yo te he dicho, cariño, que quiero irte preparando para cuando seas mía. Debes de aprender a darte placer, Kriss, a disfrutar del sexo, a no depender de nadie para que tu cuerpo vibre—lo susurró tan lento que de nuevo sintió que sus piernas cedían—. Tómalo.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora