12| Te extraño.

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Ese mismo día, justo antes de tomar su vuelo, Noha le mandó un mensaje avisándole que estaría desconectado del teléfono esos siete días.

Ella, con un largo suspiro, se había tomado el resto del día como una carrera. Quería que acabara rápido, que el tiempo volara para volver a casa, pero, en algún momento de la tarde recordó que cuando llegara ya no estaría él para hablar. No había nada ahí que la esperara cuando terminara el trabajo, ni siquiera Rubí, porque a su jefe se le antojó dejarla repleta de proyectos.

Llegó un punto en el que entendió que extrañaría a Noha, que serían días largos e interminables, que no podía esperar a que llegara el momento en el que todo terminara para volver a escuchar su voz.

Al segundo día quizo marcarle, y después de dudar un par de minutos con el teléfono en la mano llegó a la conclusión de que no podía interrumpirlo.

Al tercer día, cuando el chofer la llevaba al trabajo, divisó en la acera un rostro que daba por hecho que no volvería a ver en su vida. Alejandro caminaba cabizbajo, ocultando el hecho de que llevaba todas sus alertas encendidas. Miraba cada tres pasos sobre su hombro, como temiendo que alguien lo siguiera, y ahí, en su brazo, una enorme venda le cubría hasta el hombro.

El señor Petter, su chofer, siguió la dirección de su mirada, quizás alarmado por el repentino rostro serio que inundó a la mujer.

- No volverá a acercarse a usted. Nos hemos encargado de ello.

Un escalofrío invadió a Cristina.

«Se encargaron de él» dijo para sí misma, mirando por el espejo al hombre temeroso que dejaron atrás.

-¿Qué le han hecho?-preguntó teniendo miedo de la respuesta.

-El señor le disparó cuando entramos a su departamento-habló echandole un vistazo, delineando su reacción-. Lo tenía encima, señorita Archer, si usted hubiera visto la escena, también habría sacado el arma para dispararle a ese hombre.

Reprimió un quejido. No sabía por qué no había preguntado antes sobre Alejandro. Quizás a una parte de ella le había dejado de interesar lo que le pasara, pero ahora, que le contaban lo que había ocurrido aquella noche, sintió un poco de lastima por él.

Su madre solía regañarla por tener el corazón tan blando. "La vida está diseñada para personas fuertes", le repetía constantemente cuando volvía de la escuela llorando. Estaba acostumbrada a cometer el mismo error: confiaba, daba el alma y se la regresaban hacha pedazos. Después se disculpaban con una sonrisa bonita y su corazón herido, volvía a tener fe.

Alejandro era la prueba viviente de todas sus debilidades.

-Solo fue un tiro en el hombro, se recuperará-agregó el chofer aparcando frente al restaurante.

Kriss no se bajó, se dedicó a ver aún por la ventana, con las manos temblorosas y la vista un poco empañada por la impresión. No le gustaban las armas, no apoyaba la violencia. "Que alguien te trate mal no significa que debas de darle el mismo trato." Eh ahí su lema.

-¿Cree que mañana pueda traer un poco escondidas las pistolas de su cinturón?-le preguntó al chofer sin verlo.

Supo que lo dejó perplejo cuando tardó en responder.

-Claro, señorita Archer. Que tenga lindo día.

Tomando un respiro salió de la camioneta y comenzó con la tediosa rutina.

Al día siguiente Petter le abrió la puerta del coche con un traje negro muy elegante. No parecía el tipo rudo que solía ver y eso la relajó. Intentó acostumbrarse a la situación e inició una conversación ligera que, cuando intentó voltear para que le diera información sobre Noha, él detuvo diciendo:

-No se me permite dar detalles sobre el señor Volkov.

Y no insistió.

Al quinto día, cuando comenzó a alegrarse porque Noha volvería, le llegó un mensaje rápido anunciándole que algo había salido mal y tenía que quedarse un poco más en Londres. Se frustró tanto que intentó hablar con Rubí para invitarla a cenar, pero con todo el papeleo que tenía, nuevamente la dejó tumbada.

Aquel día en la noche se sintió tan sola que sacó una botella de vino de blanco, se sirvió una copa y jugó con el regalo que Noha le había hecho. Se permitió pensar en él, llenarse de su recuerdo, sentirlo cerca, embriagarse con los orgasmos que comenzaron a invadir cada uno de sus pensamientos.

Noha despertaba en ella emociones que no tenían nombre, que no daban paso a la razón, emociones que la hacían extrañarlo como si llevara años disfrutando de su olor.

Sudorosa, desnuda y con la tercera copa de vino en la mano, recordó que sabía su nombre y su apellido. Eran los únicos conocimientos que tenía sobre él, pero solo eso le bastaba.

Saltó de la cama, se colocó una bata, sacó su computadora y la encendió dandole un buen trago al vino. Se sintió ansiosa mientras entraba en el buscador y tecleaba con anhelo "Noha Volkov".

-Suena poderoso-dijo para sí misma mientras presionaba Enter.

Estaba esperanzada, fascinaba y excitada. Quería verlo. Deseaba perderse en el color de sus ojos, en los rasgos de su cara, en la silueta de su cuerpo. Anhelaba conocer los rincones que algún día mordería con especial deleite, pero, para su sorpresa, no encontró nada. Era como si Noha no existiera, como si su imaginación lo hubiera inventado.

Con una mueca de incredulidad volvió a teclear, a quitarle el nombre y buscar solo el apellido, pero tampoco encontró nada. Google le decía que él era un fantasma, que no había rastro alguno de su existencia, y eso provocó que toda su piel se erizara.

-¿Qué ocultas, Noha?-preguntó bajito, dandole otro sorbo el vino.

Petter se ponía rígido cada que mencionaba a Noha, google le decía que no existía nadie con ese nombre, y no sabía donde más buscar respuestas. Quería conocerlo, enfrentarlo, tenerlo enfrente para saciarse de él, pero los días cada vez se volvían más eternos.

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora