18| ¿Qué traes debajo de esa bonita blusa?

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Aquella noche durmió como nunca había dormido en la vida. Supongo que fue en parte por el sonido lejano de las olas rompiendo y lo bien que ese colchón caro se amoldaba a su espalda.

Despertó temprano, aunque no acostumbraba hacerlo, y se dio una ducha. Rubí había empacado varios cambios en el bolso e incluso descubrió que también echó el cargador del celular, así que supuso rápidamente que ella ya sabía eso de quedarse un par de días en la casa de Noha.

No sabía si esa era una buena idea, pero era consciente de que había pasado su vida entera atrapada en una monotonía asfixiante. Soportó durante años a un novio que solamente la humillaba, pasó su el tiempo creyendo que si caía era porque pertenecía al suelo, y ahora quería hacer eso por ella, quería atreverse, darlo todo, equivocarse y tener la fuerza para volverse a poner en pie.

Confiaba en Noha, de una manera que no tenía muy bien digerida, pero lo hacía. Sabía que a su lado iba a estar segura, y si no era así, tenía ahora la suficiente experiencia para saber cuándo alejarse.

Salió de la habitación con un short corto y una playera floreada, optó por sus sandalias casuales y no se colocó maquillaje. Traía ganas de broncearse un poco, así que salió al natural. Buscó a Noha en la planta baja y no encontró ningún rastro suyo. Anduvo a la cocina y lo único que halló en ella fue un desayuno servido y una nota adherida al plato.

"Estaré nadando. Disfruta el desayuno".

No puso objeción. Se sentó cómoda en la isla de la cocina y comió los panqueques con una sonrisa enorme en los labios. Bebió jugo de naranja y degustó la fruta fresca que le había dejado. No había probado jamás unos mejores que esos.

Tras subir a lavarse los dientes, volvió a bajar y, ésta vez, salió de la casa siendo recibida por una suave brisa marina que le movió el cabello. La isla se veía más verde bajo el sol mañanero, lucía relajante y hermosa. Le entraron ganas de tirarse en la arena y dormir un rato, o bueno, ese era su pensamiento hasta que el mundo se detuvo para que todos sus sentidos se pudieran poner atentos para apreciar al hombre frente a ella.

Noha salía del agua con el cuerpo completamente mojado. Se hizo el cabello hacía atrás dejando ver lo bien trabajados que tenía los brazos desnudos. No llevaba playera y lo único que lo vestía eran unas bermudas blancas que se le adherían completamente al cuerpo. Delineó su pecho, su cuello y su espalda.

Tuvo que cerrar la boca y obligarse a parpadear para no darle a entender que lamentaba haberse ido a dormir temprano.

Quiso acecarse a él, charlar, saludarlo, pero entonces una enorme bola de pelos amarilla se le echó encima. Primero sintió unas pesadas patas en sus hombros y después la arena golpenado con su espalda. Cristina rio en voz alta cuando el perro le comenzó a lamber la nariz y las mejillas. Era enorme y peludo, un gigantesco golden retriever que Noha tuvo que quitarle de encima para que pudiera respirar.

No se levantò. Se quedó sentada en la arena mirando como el perro se sentaba frente a Mr Volkov con evidente respeto. Hasta cierto punto se sintió identificada con él; Noha también le resultaba intimidante.

-Creo que le caíste bien a Mosh.

Kriss sabía que estaba mojado frente a ella, casi desnudo, pareciendo uno de esos modelos de ropa interior que salen en las revistas, y también era muy conciente de que, si volteaba el rostro y delineaba su cuerpo, no tendría la fuerza suficiente para luchar consigo misma.

Se limitó a ver al perro, y cuando lo supo inofensivo, le comenzó a sobar la cabeza.

-¿Mosh?--ella jamas había tenido una macota pero daba por hecho que ese era un nombre poco escuchado

El Juego de Noha |Juegos De Seducción I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora