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Abrí mis ojos desconcertada, no sabía donde estaba, no sabía que hora era y la cabeza se me partía en dos del dolor que tenía. Dolor o resaca, me llevé las manos a la cabeza y giré como pude en la cama ya que sentía un brazo agarrándome fuerte. Giré mi cara en esa dirección y abrí mis ojos como platos. Poncho estaba a mi lado sin camisa, levanté un poco las sábanas y vi que yo estaba en ropa interior. ¿Qué había pasado ayer? ¿Qué hacía él en mi cama y abrazado a mi? Levanté su brazo con cuidado para no despertarlo, pero fue en vano. Poncho empezó a moverse hasta abrir los ojos y mirarme.

— Buenos días, gatita —dijo él sonriente, apoyando su cabeza en una mano— ¿cómo has dormido?
— ¿Por qué estás en mi cama? Y sin camiseta —dije omitiendo que él había hablado.
— Veo que no tienes un buen despertar —se estiró en la cama haciendo que las sábanas dejasen ver un poco más de sus abdominales.
— No has contestado a mi pregunta —contesté enfadada.
— Ni tú a la mía —suspiró y después de un rato de estar los dos callados en mi cama volvió a hablar— casi te das contra el suelo, Vico me llamó justo en ese momento y yo te subí aquí, te quité los zapatos y el vestido, porque con ese mini vestido no ibas a poder dormir bien ni de coña, y te tapé. Te iba a dejar pero agarraste mi mano y me pediste que no te dejase sola. Fui a la puerta, para cerrarla con seguro como tú haces siempre, y por si tu hermano entraba, y me metí contigo en la cama. Ya está, me debí de quedar dormido...
— No lo recuerdo —dije sincera.
— Lo sé —me miró serio— ¿qué tomaste?
— Bebí solo un poco... Antes de bailar ya no tomé más... Bueno, una copa que me trajo Lucas.
— No me gusta ese Lucas.
— ¿Por qué? ¿Te estabas divirtiendo bailando conmigo? —dije graciosa— es mi vida Alfonso —se quedó serio y me empecé a poner nerviosa— Poncho...
— No es broma, no me gusta ese chico. Después de su copa estabas como drogada Annie ¿y sí se hubiese aprovechado de ti? Annie, tienes que tener cuidado.
— ¡No me puedes proteger de todo todo el tiempo Poncho! No eres ni mi hermano, ni mi novio, ni nada mío.
— Podría —dijo bajito.
— ¿Qué? —pregunté creyendo haber oído mal.
— Nada, que no te vuelvas a acercar a él.
— Por que tú lo digas, ahora sal de mi cama, y vistete. Que te metas en mi cama lo paso, pero que lo hagas desnudo...
— No estoy desnudo, llevo ropa interior.
— ¿Y por qué no llevas el resto?
— No duermo cómodo con vaqueros estrechos y camisa, llámame raro —dijo molesto mientras se levantaba y se ponía la ropa.

Me dediqué a mirarle de reojo mientras se vestía y yo me tapaba con las sábanas. Él iba a quitar el seguro de la puerta cuando sonó y se quedó paralizado, al igual que yo.

— Annie ¿estás despierta? —preguntó mi hermano del otro lado.
— Si, Chris —dije aún en la cama y Poncho me miró sin saber que hacer.
— Ábreme anda, hay que recoger ¿sabes cuando se fue Poncho?, le estoy llamando para que venga a ayudarnos pero no contesta, y casi no lo vi anoche.
— Eh... —le miré sin saber que decir.
— Dile que me fui pronto, que ya quedé contigo en venir —susurró para que mi hermano no escuchase.
— Se fue pronto Chris, pero me dijo que venía a limpiar. Estará al llegar —me sonrió tímido y fue hacia la ventana.
— Vale, bajo a desayunar, date prisa.
— Si —contesté y me giré hacia Poncho— ¿estás loco? ¿vas a bajar por ahí?
— Si, no pasa nada. En un rato vengo a limpiar. En lo que desayunais —abrió la ventana y sacó medio cuerpo— hasta ahora.

Lo vi bajar ágilmente por ahí, como si lo hiciese día si, día también. Me di una ducha rápida para despejarme y después de ponerme una de las viejas camisetas que Poncho había dejado en casa olvidada y unos pantalones cortos baje a desayunar. Chris estaba cual zombie apoyado en la encimera con el desayuno, me reí al verle, pero me arrepentí en ese mismo momento en el que la cabeza me volvió a doler. Me senté a su lado después de darle un beso y agarrar algo para desayunar.

— ¿Esa camiseta es de Poncho? —preguntó mirándome divertido.
— Si, se la dejó aquí hace un par de meses, la verdad son bastante cómodas, tengo unas cuantas recolectadas desde hace años —ambos reímos.
— Bueno, por lo menos no me las robas a mi —volvió a reír.
— Créeme que hay unas cuantas a las que he echado el ojo, pero las sigues usando y me pillarias —le guiñé el ojo.
— Ni se te ocurra, de Poncho las que quieras, mías ninguna —fui a responder pero el timbre sonó, sabía que era él, Chris me pidió que fuese a abrir y yo obedecí.
— Hola —dijo entrando en casa— ¿esa camiseta no es mía? —asentí— ¿pero cuántas tienes?
— ¿De verdad quieres saberlo? —asintió divertido— unas cuantas, años recolectando, esta es mi favorita.
— Me encanta como te queda —sonrió satisfecho— si quie...
— ¡Poncho por fin! Vamos a limpiar porque se me parte la cabeza —dijo Chris entrado, volviendo a dejar a Poncho con la palabra en la boca, como con Lucas anoche, me guiñó un ojo y me sonrió antes de ir a ayudar a mi hermano.

A tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora