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Sentí una mano en mi brazo, haciéndome alejarme del resto de personas que iban hacia el comedor. Mi cuerpo golpeó contra la pared y vi a Poncho frente a mi, clavando sus verdes ojos en los míos.

- ¿Qué pasa Annie? - dijo con pena - no quiero estar mal contigo, y mucho menos perderte...
- Lo sé - acaricié su mejilla - es solo que son demasiadas cosas... Está mi padre, mi hermano que está enfadado contigo y conmigo porque salimos, tú, que prefieres no luchar porque mi hermano acepte lo nuestro...
- No es así - dijo levantando mi mentón para que lo mirase - quiero que lo acepte, lo deseo incluso más que tú. Pero también conozco a tu hermano, y sé que le va a costar tiempo - guiñó un ojo - te prometo que a partir de ahora no me quedaré de brazos cruzados.
- Es que no quiero estar en medio de vuestra amistad... Te quiero - sonreí acercándome a él.
- Yo también te quiero - Poncho me aprisionó contra la pared y comenzó a besarme con ganas - me debes el de anoche y varios de hoy - dijo al separarnos y yo reí - tienes toda la tarde para dármelos, por cierto, estás demasiado sexy hoy, me lo has puesto muy, muy difícil - me guiñó el ojo y agarrando mi mano me llevó al comedor.

***

Llegamos a mi casa después de una mañana realmente agotadora. Poncho se sentó a mi lado en el sofá, acariciando mi mano mientras mirábamos una película en la televisión. Me apoyé en él y él me rodeó con sus brazos, para atraerme más a él.

- Gatita - lo miré atenta - ¿subimos? - sabía lo que eso significaba, y la verdad es que me moría de ganas por sentirlo dentro de mi.
- Si - asentí mientras me levantaba.
- Dios, estás demasiado sexy - dijo cuando me vio de pie frente a él - me había olvidado, ven aquí - me atrajo hasta él, otra vez en el sofá y comenzó a besarme mientras acariciaba uno de mis muslos.

Poco a poco el beso fue subiendo de intensidad. Su lengua recorrió mi boca como si nunca lo hubiese hecho y sus manos, debajo de mi ropa, subían y bajaban por mi espalda mientras me apretaba contra él. Sonreí sobre sus labios y comencé a levantar su camiseta. Poco a poco la ropa fue desapareciendo, entre besos y caricias, nadie iba a aparecer así que me puse a horcajadas sobre de él y, después de otro largo beso, se introdujo en mi con delicadeza, mirándome a los ojos con amor.

- Te amo - solté con la voz entrecortada, intentando contener un gemido mientras él se movía.
- Te amo, Annie, te amo - repetía él sobre mi oído con la respiración acelerada.

***

Estábamos en mi habitación, Poncho tumbado en la cama mientras yo hacia los ejercicios de química que tenía que entregar mañana. La puerta de la calle sonó, indicando que mi hermano ya estaba en casa. Subió las escaleras con cuidado, ya que se oían las muletas en las que se apoyaba para caminar, tocó la puerta y entró.

- Hola - dijo Chris haciendo que yo levantase la vista del cuaderno y Poncho se incorporase en la cama.
- Hola Chris - contesto él recibiendo un leve movimiento de cabeza en forma de saludo.
- ¿Quieres que te prepare algo para comer? - seguía molesta por su comporta,into, pero era mi hermano y lo quería - Si estás cansado te puedo subir la comida al cuarto... - dije ya levantándome de mi asiento.
- Bueno, ¿una tortilla puede ser?
- Puede ser - asentí y salí de mi cuarto.
- Espera Chris - escuché a Poncho decir mientras yo bajaba las escaleras - ¿podemos hablar un momento?

Me giré al oírlo, quedándome en el segundo escalón de la escalera. Vi a mi hermano entrar de nuevo en mi habitación y cerrar la puerta. Dudé si acercarme a escuchar tras la puerta, pero me parecía una mala idea, además tenía miedo de que me pillasen. Así que después de dudar unos segundo seguí bajando las escaleras hasta llegar a la cocina y ponerme a hacer la cena a mi hermano. Mi padre no tardaría en llegar, así que también tendría que preparar su cena.

A tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora