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El despertador volvió a sonar y a mi me retumbaba la cabeza. No había conseguido dormir más de dos horas seguidas y cuando me miré en el espejo tenía unas ojeras horribles. Me maquillé y me peiné y bajé a desayunar. Mi hermano seguía con cara de zombie y al parecer no se enteró de nada anoche. El claxon de Poncho sonó y yo, antes de salir de casa, me puse los cascos para simular que estaba escuchando música. Llegué al coche y Poncho me sonrió, le contesté moviendo ligeramente la cabeza y miré por la ventana.

- ¿Qué tal el despertar? - dijo Poncho.
- Me he pasado el domingo en la cama - soltó mi hermano medio riendo - ¿tú? Vaya chica te comiste el sábado, estaba muy buena - sentí como Poncho se puso nervioso, así que era verdad.
- N... No... No pasó nada... - empezó a decir y vi por el rabillo del ojo como me miraba - solo fueron unos besos, me pilló desprevenido, yo no quería...
- ¡Si te dejé allí!
- No, yo me fui antes que tú, salí por la puerta de atrás como pude y llegué a casa... He estado todo el domingo en la cama también, me explotaba la cabeza... Tú, qué, la morena...
- Un par de besos solo... Estaba bien buena, pero yo quiero a May... Tú en cambio estás libre, puedes estar con cualquiera ¿por qué escapaste de la rubia?
- Estoy en algo con otra persona... A la que sí que quiero... y no quiero cagarla.
- ¿Tú? - mi hermano empezó a reír - pues mi hermana dijo ayer que nunca cambiarás, que siempre serás el mismo de siempre...

En ese momento decidí encender la música de verdad. No quería seguir escuchando excusas de los dos. La verdad es que pensaba eso de los dos, siempre serían los mismos. Siempre estarían con una tía un día y otra otro, no sabían ser fieles, no sabían esperar nada. Cuando llegamos me bajé del coche casi a las carreras pero Poncho consiguió alcanzarme. Maldije mi baja estatura y mis cortas piernas mientras volteaba los ojos.

- ¿No me ibas a saludar?
- Creí que el gesto con la cabeza te valía - le dije chistosa - si quieres te doy un beso frente a mi hermano, a ver que opina.
- Annie, no sabe nada...
- Lo sé, y creo que si yo te hubiese llegado a besar después de este fin de semana tan entretenido que habéis tenido te mataría ¿no crees? ¿qué tal la noche? Bien ¿no? ¿La rubia? Estaba buena ¿eh? - comencé a decir mientras andábamos.
- Annie... Me pillo desprevenido.
- Siempre la misma historia... No sé como te creí... Un mes, un mes has durado... ¡A saber cuantas veces me has engañado ya! Has nacido para ser infiel ¿verdad? ¿Sabes que te creía siempre que decías que me amabas? Que tonta...
- Annie. Por favor... Hablémoslo, te juro que nunca te engañé, te amo, no podría engañarte.
- ¿Y lo del sábado? Mira Alfonso, luego lo hablamos. Ahora no quiero escucharte y voy a llegar tarde a clase...

Me separé de él bruscamente y entré en clase, cuando llegué a la puerta me giré y lo vi serio en el mismo lugar en el que habíamos terminado de hablar. Vi su mirada triste y antes de volver corriendo hasta él como una tonta, entré en clase. Saludé a Dulce y a Maite y la clase empezó. No me concentré en toda la mañana, y el almuerzo fue raro. Maite estaba centrada en la comida mientras que mi hermano no dejaba de mirarla y suspirar. Poncho no dejaba de mirarme a mi mientras que yo lo ignoraba hablando con Dulce, y esta notaba que algo raro pasaba. Me levanté antes de que terminase el descanso y salí al jardín que había en el instituto. Me abracé a mi misma por el frío y cerré los ojos respirando profundamente. Tenía que hacer algo para ordenar mi vida, necesitaba aclarar las cosas con Poncho, necesitaba contarle todo a mi hermano, necesitaba denunciar a mi padre y alejarme de él...

- Annie - susurró Poncho cuando ya estábamos en el coche - necesito explicarte las cosas... Te amo, nunca haría nada que te lastimase...
- Yo también necesito que me expliques porque te juro que no entiendo nada.
-  Yo te lo explico. Por favor, no puedo estar mal contigo...
- En casa, ahora no quiero escucharte.

A tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora