Capíulo 15

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Cuando Daniel entró en la tintorería, su madre lo esperaba con los brazos cruzados por delante del pecho. A través del escaparate tenía una vista perfecta del Tesla blanco de Seongwu, que estaba saliendo del aparcamiento. Estaba seguro de que los había visto besarse. Por eso le había puesto fin pronto al beso; aunque, en realidad, lo que quería era besarlo hasta que perdiera el sentido.

Seongwu lo tenía tan atontado que no veía las cosas claras ni era capaz de pensar, y lo había tomado por sorpresa en la tintorería. Seguro que por eso había aceptado su propuesta cuando ya se había convencido de que debía hacer lo correcto y rechazarlo.

Seongwu no se había burlado de él ni se había reído. Se había sentido impresionado por su trabajo y por él..., por su yo real. Nadie quería a su yo real. Solo Seongwu. En ese momento de debilidad, había arrojado todas las reservas al viento de modo impulsivo. Le había dicho que sí por la sencilla razón de que quería estar con él.

Pero, en ese momento, las cosas se escapaban de su control. Los límites se difuminaban y no distinguía su vida profesional de su vida personal. Tal vez incluso no quisiera hacerlo. Su madre pensaba que Seongwu era suyo de verdad, y eso lo satisfacía demasiado para su gusto.

Decirle que sí, había sido un error mayúsculo. Ya se arrepentía y tenía claro que se había equivocado, aunque no estaba seguro del motivo. Claro que era demasiado tarde. Solo sería un mes. Él era un profesional. Podría soportarlo durante un mes.

—Seongwu —dijo su madre, como si estuviera comprobando cómo se pronunciaba su nombre.

Daniel recogió la ropa de Seongwu y echó a andar hacia el taller de costura. Ella lo siguió.

—Me gusta mucho más que esa stripper con la que salías hace tres años.

—Era bailarina. —Que sí, que también era stripper. Era joven, tenía un buen cuerpo y sabía moverse en el tubo...

—Esa dejó unas bragas sucias dentro de una taza para que yo las encontrara cuando viniera.

Daniel se frotó la nuca. Ni siquiera después de tres años trabajando como escort comprendía los extraños juegos de poder que entablaban las mujeres.

—Terminé con ella.

De todas formas, entre ellos solo había sexo. Su padre había engañado a su madre y, en vez de herir a la gente, Daniel había pasado la época cercana a los veinte años intentando mantener relaciones impersonales.

La verdad, había sido divertido y se había dejado llevar un poco por la locura al follarse a cualquiera que le demostrara interés. Sus recuerdos de aquella época eran un arcoíris borroso de ropa interior.

Cuando se produjo el desastre y se vio en la necesidad de conseguir dinero, pensó: «¿Por qué no hacerlo por dinero?»

En su anterior línea de trabajo había tratado con muchas mujeres mayores ricas que le hacían proposiciones de vez en cuando. Lo único que tenía que hacer era aceptarlas. Además, era el golpe perfecto para su padre..., el causante del desastre.

—Seongwu tiene un coche caro —comentó su madre.

Daniel se encogió de hombros, dejó la ropa de Seongwu con las demás prendas que había que limpiar en seco y se sentó a la máquina de coser.

Su madre continuó:

—Le gustas de verdad. Tengo ojo para estas cosas.

—¿A quién le gusta? —preguntó la abuela, que estaba viendo por enésima vez Return of the Condor Heroes, la versión antigua protagonizada por Andy Lau en la que el cóndor luchador de kung fu era un hombre con un gigantesco disfraz de pájaro.

—A un cliente —contestó su madre.

—¿Al de la camisa celeste?

—¿Lo viste?

—Mhm, le eché el ojo la primera vez que lo vi. Es un buen chico. Daniel debería casarse con él.

—Estoy aquí —terció Daniel—. Y no voy a casarme con nadie.

Era imposible si quería ejercer de escort. Todavía recordaba las ocasiones en las que su padre se había ido cuando él era pequeño y su madre se quedaba dormida llorando, destrozada, aunque intentaba mantenerse fuerte delante de sus hermanos y de él, y sin faltar un solo día al trabajo. Él jamás le haría daño a alguien con una infidelidad. Jamás.

Claro que Seongwu no querría casarse nunca con él. De todas formas, ¿por qué diablos estaba pensando en eso? Habían salido tres veces. Pero no habían sido citas normales, sino lecciones. Trabajo. Lo suyo era una relación para practicar. No era real.

—¿Te he educado yo para que vayas por ahí besando a los preciosos hijos de otras personas si no te vas a casar con ellos? —le preguntó su madre.

Él puso los ojos en blanco, frustrado.

—No.

—Daniel, él es lo bastante bueno para ti.

Qué ridiculez. Como si él fuera algo especial.

—¿Hay algún problema con su familia? ¿Ellos no... no están dispuestos a aceptar su relación?

Daniel suspiró, cansado.

—No es eso.

—¿Entonces cual es el problema? Te estoy dando mi bendición.

La abuela murmuró para expresar su acuerdo.

—Y, además, es guapo.

Daniel sonrío al oírla. Seongwu era guapo, y no lo sabía. También era listo, tierno, cariñoso, valiente y...

Su madre rio y lo señaló.

—Mira tu cara. No te atrevas a decirme que no te gusta. Está más claro que el agua. Me alegro de que por fin demuestres tener buen gusto, no me importa que sea un chico, es mejor que todas las mujeres con las que saliste. Quédate con él.

La abuela murmuró algo.

Daniel sintió que se le congelaba la sonrisa. Tenían razón. 

Le gustaba Seongwu, aunque desearía que no fuera así. 

Sabía que no podría quedárselo.


c o n t i n u a r á 🔜

El algoritmo del beso [🔞] 《OngNiel》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora