Capítulo 28

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En casa de Seongwu, el silencio era absoluto. Le resultó gracioso no haberse percatado antes de ese detalle. Siempre estaba tan ocupado hablando con él, escuchando sus ingeniosos comentarios, cocinando en su enorme cocina o dándole de comer, besándolo, haciéndole el amor...


Echaría de menos esa casa. Echaría de menos a Seongwu. Mucho. Ya lo echaba de menos. Estaba destruido por lo mucho que le dolía. Aunque ponerle fin a su acuerdo había sido lo correcto. Ya no necesitaba más su ayuda y se merecía a alguien mejor que él. A alguien más inteligente que no tuviera a un delincuente por padre. Alguien que pudiera impresionar a sus padres y que no se encontrara con sus antiguos clientes cuando salieran a cenar.


Eso le recordó que debía retomar su trabajo de escort el viernes por la noche. La idea no le atraía en lo más mínimo. Ni siquiera estaba seguro de poder tener una erección con otro a esas alturas. Solo deseaba el olor de Seongwu, su sabor y su piel. Su cuerpo se había amoldado al suyo, y no quería otra cosa. Las antiguas fantasías que antes le interesaban, ahora le parecían tontas y aburridas. Había desarrollado una nueva, protagonizada por un hombre tímido que soñaba despierto.


Se sentó en la cama de Seongwu y enterró la cara en las manos, presionando sus palmas contra sus ojos para no llorar. Esa sería la última vez que se sentaría allí. Joder, otro hombre se acostaría pronto en esa cama. Experimentó una sensación espantosa. Seongwu era suyo para besarlo, para tocarlo y para quererlo. Ansiaba arrancar las sábanas de la cama y hacerlas jirones. Si él no podía acostarse en él, que no se acostara nadie. Que se comprara otra puta cama.


Apretó los puños y se obligó a acercarse al vestidor antes de destrozar el dormitorio. Metió sin muchos miramientos las camisetas de manga corta y los jeans en la bolsa de deporte y, después, fue en busca de la ropa interior al cajón. Quería acabar pronto para poder irse. Guardó los calcetines en la bolsa, seguidos de los bóxers. En el fondo del cajón, vio una caja sin abrir. La marca y la talla que él usaba, aunque normalmente él los compraba azul marino y esos eran rojos. La caja tenía un lazo.

Seongwu le había comprado ropa interior.

Era el primer regalo que le hacía. Qué gracioso. ¿Había pensado que los suyos estaban muy usados? A lo mejor lo estaban. Arrojó la caja al interior de la bolsa de deporte y la cerró con la cremallera. No eran muy caros y él no los iba a usar, probablemente. Pero Seongwu se los había comprado, así que se los llevaba. 

Mientras salía del dormitorio, se sacó la cartera del bolsillo, tomó un papel doblado y lo dejó en la mesita. Allí estaba, la prueba de que no era como su padre.

Aunque tal vez no fuera por ese motivo por lo que se sentía tan bien haciéndolo. Tal vez le parecía lo correcto porque estaba enamorado.

Atravesó la casa vacía, apagando las luces a su paso. Una vez que cerró con llave la puerta, dejó las llaves detrás de una maceta y, tras un silencioso adiós, se fue.



c o n t i n u a r á 🔜

El algoritmo del beso [🔞] 《OngNiel》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora