Capítulo 26

201 23 15
                                    

Seongwu contuvo un jadeo cuando Daniel descolgó una percha de un gancho que había en la pared y descubrió un precioso traje blanco.

—¿Es para mí?

—Tuve que adivinar tus medidas, así que tal vez no te quede del todo bien. ¿Te lo pruebas para que te lo vea?

Seongwu miró el traje, maravillado. Su propio traje Daniel Kang.

Después de encerrarse en el probador sin espejos, se desnudó deprisa. La tela tenía una textura peculiar por fuera, pero el interior estaba forrado de seda. No había una sola costura vista que pudiera irritarle la piel. Se vistió lo más rápido que pudo, y cuando corrió la cortina, Daniel lo examinó con ojo crítico y esos sensuales brazos cruzados por delante del pecho.

—¿Puedo verme?

Los labios de Daniel esbozaron una sonrisita antes de que le indicara con un gesto de cabeza la plataforma elevada que había delante de los espejos, donde él hacía las pruebas.

Seongwu subió a la plataforma y sintió que el corazón se le paraba, se reseteaba y volvía a ponerse en marcha. El traje era una inmaculada prenda de marfil que seguía a la perfección las formas de su cuerpo.

Era perfecto. Sencillo pero elegante. Como él.

Se pasó las manos por las caderas, se dio la vuelta y jadeó al ver lo que la experta confección le hacía a su trasero. Su culo nunca había parecido tan redondito ni voluptuoso. Puso una mano sobre la curva de una de las nalgas, y Daniel carraspeó.

Cuando él se subió a la plataforma, le pasó los dedos por los costados.

—Me gusta cómo te sienta. Mis manos sabían tus medidas.

—Me encanta. Gracias, Daniel.

—Es mi regalo. Por todos los cumpleaños durante los que no te conocí. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Una calidez burbujeante le corrió por las venas, como el champán. Un regalo. De Daniel. Uno que había creado con sus propias manos. Cada costura, cada puntada, cada trozo de tela había sido escogida solo para él.

—El veinticinco de agosto. ¿Y el tuyo?

—El diez de diciembre. Pero soy un año más joven que tú.

—¿Te importa que sea mayor?

Daniel sonrió.

—Para nada. Cuando era adolescente me volvían loco los hombres mayores. Todavía recuerdo al señor Rockaway, con su voz profunda llamando mi nombre porque me estaba quedando dormido en su clase.

—¿Quién era? —Una emoción muy desagradable se apoderó de Seongwu.

El algoritmo del beso [🔞] 《OngNiel》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora