Capítulo 16

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Seongwu aparcó en la dirección que Daniel le había enviado en el mensaje de texto, preocupado porque las flores y los chocolates que había llevado fueran algo totalmente incorrecto. Gracias a una búsqueda en Google sobre protocolo para conocer a la familia política, había descubierto que necesitaba llevar algo, aunque las recomendaciones sobre lo apropiado eran un poco confusas y tan dispares como fruta, té o alcohol.

El consenso generalizado parecía ser algo comestible. De ahí los chocolates que descansaban en el asiento trasero.

Pero ¿y si no les gustaba el chocolate?

Había estado tentado a preguntarle a Daniel, pero no hacía falta que supiera lo neurótico que era o lo abrumador que le resultaba conocer gente nueva. Y no iba a conocer a cualquiera. Era la familia de Daniel, gente importante, y quería causar buena impresión.

De modo que había pasado todo el día imaginando posibles conversaciones, preguntas y respuestas, para así minimizar la necesidad de mejorar su capacidad de relacionarse con los demás, algo que casi siempre acababa mal.

Si le preguntaban por su profesión, había preparado una explicación breve y tenía listas las respuestas de las preguntas que podían hacerle a continuación. Si le preguntaban por sus pasatiempos e intereses, estaba preparado. Si querían saber cómo había conocido a Daniel, le pediría a él que lo explicara. Porque se le daba terrible mentir.

Durante varios segundos durante los cuales se le formaron unos cuantos nudos en el estómago, repasó la lista de recordatorios que siempre tenía en cuenta antes de una reunión social: pensar antes de hablar (cualquier cosa podía ser un insulto para alguien; en caso de duda, guardar silencio); ser educado; sentarse sobre las manos para evitar moverlas demasiado y estar tranquilo; mirar a los ojos (no más de tres segundos, no menos tampoco); sonreír (sin enseñar los dientes, porque eso resultaba aterrador); no pensar en el trabajo; no hablar de trabajo (no le interesaba a nadie); pedir las cosas por favor y dar las gracias; disculparse con sinceridad.

Una vez que tomó el ramo de gerberas y los bombones de chocolate negro con trufa, salió del coche y contempló la casa de dos plantas con el cuidado jardín al frente y un camino de piedra entre la hierba.

Mientras andaba hacia la puerta, fijándose en los mosquitos y las polillas que revoloteaban en torno a la brillante luz del porche, pasó una mano por las ásperas plantas y disfrutó del fresco olor. 

Llamó al timbre y esperó. Nadie abrió. Sintió un nudo en el estómago.

Llamó a la puerta.

Nada.

Llamó con más fuerza.

Nada.

Comprobó la dirección en su teléfono móvil. Estaba en el lugar correcto. El M3 de Daniel estaba aparcado en el camino de entrada. Antes de que acabara volviéndose loco mientras decidía qué hacer, se abrió la puerta.

Daniel le sonrió.

—Justo a tiempo.

Seongwu aferró con más fuerza los regalos que había llevado mientras por dentro le consumía la inseguridad.

—No sé si he traído lo correcto.

Él le quitó de las manos las flores y los chocolates con una expresión extraña en la cara.

—No hacía falta que trajeras nada, de verdad.

El pánico lo invadió.

—Ah, me los puedo llevar de vuelta. Los voy a poner en-

El algoritmo del beso [🔞] 《OngNiel》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora