NUEVOS PERCANCES Y UNA INTERVENCIÓN

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Aprendizajes que seguían en aumento, un nuevo idioma, experiencias que no cesaban, viajes de ida y vuelta, un 'bullying' imparable,... Demasiadas cosas para tan poca edad. Muchos, de hecho, ni creerán que todo esto es posible pero, en efecto, lo es.

Pese a que cada cumpleaños, en aquel entonces estaba de moda preparar bocadillos y sándwiches en casa, sacar snacks dulces y salados, refrescos, comer el pastel y salir fuera a jugar, a Derek no le hacía demasiada gracia juntarse con los de su clase. Queda obvia su explicación pero igualmente, su madre decidía hacerlo imagino para que el niño no se sintiese más desplazado de lo que ya estaba e intentar que se relacionase con sus compañeros. Aún así, al final del día todo había salido bien. Fuese porque sus madres estaban en casa de Derek o porque de fiesta todos saben sonreír y dejar los conflictos atrás sobretodo si se trata de niños, fueron algunos años los que esta escena se llevó a cabo.

Fuera del colegio, cerca del famoso y turístico London Bridge la verdad es que este niño era bastante feliz y risueño aunque ya había desarrollado factores dignos de las consecuencias de aquella vida los cuales se basarían sobretodo en una inestabilidad psicológica importante.
El nervio de un niño, a veces puede ser problemático y los veranos encerrado, pese a salir con Franc a jugar a fútbol, deporte que por cierto, aprendía muy bien), le hacían chillar y dar golpes en casa como si estuviese loco, aunque a mi pensar, lo estaba haciendo pues no debía ser muy sano mantener tanta energía entre cuatro paredes. ¿Podemos encerrar a un perro grande mucho tiempo en casa esperando que se porte bien? Básicamente y desde mi conocimiento, esto era lo que a Deckie le ocurría y además, cansado de ser un perdedor, no sabía jugar con su noble madre quien siempre le ofrecía jugar al parchís, a las cartas o cualquier cosa con tal de intentar apoyar a su hijo si ello conllevaba perder. Partida que perdía, niño que se enfadaba:

- En el juego unas veces se gana y otras se pierde pero es un juego, no tienes que enfadarte. - le enseñaba Frida casi a diario. Pero éste se negaba a perder, imagino, siempre en cada capítulo de su vida. Exceptuando cuando jugaba con Franc, pues éste siempre le enseñaba a jugar al ajedrez o las damas y, aunque perdía también, Deck se centraba mucho en los movimientos y le prestaba bastante atención a aquellos juegos menos usuales de la infancia o la desconexión.

En unos Reyes, Derek consiguió ser compensado con un patinete, aunque en aquellos tiempos no era nada eléctrico ni de gran lujo, simplemente un manillar, una tabla y 2 ruedines con el que el pequeño estaba encantado saliendo siempre sólo antes de comer para dar una vuelta y relacionarse con nuevos niños que se iba encontrando por el camino y la verdad, le fue bien.

Pasaban los días y más altibajos no podían haber. Una cosa era el colegio, el temido colegio donde le tiraban el almuerzo, se burlaban y le insultaban y otra eran las vacaciones, festivos y fines de semana donde el niño hacía lo que quería y a su manera. Quisiera salir más pero se adaptaría.

Deck crecía sin pausa y siempre estaba enfermo, era el más alto de la clase y, pese a faltar tanto por su jauría de virus acumulados, también el más listo. Tenía miles de posibilidades de ser, sin duda, el más criticado.

Para su suerte, mientras su clase iba pasando la famosa varicela, él no tenía ahora que preocuparse, pues la pasó a los tan solo 2 añitos y eso no sería un virus más que le fuese a afectar ahora, además él se portó muy bien sin rascarse pese al picor que le producía cuando su madre le paraba y llevándolo lo mejor que pudo.

Llegados sus 8 años, un cambio diminuto en su cuerpo comenzó a aparecer, era como una picadura de mosquito pero le duraba varios días y cada vez estaba más grande. La abuela de Deckie explicó a su madre que mejor le llevasen al médico porque aquello no parecía normal así que, como indicó Dory, visitarían al médico. Por suerte, no fue algo de gran preocupación, se trataba de un pequeño bulto de grasa benigno que reconocieron como quiste y que muy pronto, por si a caso, le intervendrían para poder analizarlo y asegurarse que aquello no se tratase de algo más peligroso.

La intervención fue en un hospital pero fue tan rápido que ni siquiera tuvo que permanecer ingresado. Derek acudió al mostrador acompañado de sus padres mientras comía una ensaimada que, por los nervios, a penas pudo dar algunos mordisquitos forzados. Más tarde, el pequeño vivió aquello como una fiesta muy divertida, pues le pusieron unos cubrecalzados, un gorrito y una bata de color verde como si fuese un médico más del equipo y debieron pintárselo muy bien porque así fue como se lo pasó.
Entró a acostarse en la camilla mientras los cirujanos preparaban su material. Una aguja atravesaba la piel del pequeño Deck proporcionando anestesia local seguido de, según él 'un líquido rojo muy fresquito'. Un doctor sujetaba la cabeza del niño suavemente que no paraba de querer mirarse y enterarse de lo que estaba pasando en su brazo y así se lo contaba a aquel cirujano que le ofreció charla para distraerle. Durante la extracción de su quiste, todo salió según lo previsto, cerraron su herida con tres puntos y le dieron el alta médica.
Al salir de aquella salita, los médicos regalaron unas tijeras redondas y una jeringuilla sin aguja al chico para que jugase y salió tan contento que era el punto de mira de todas las personas que estaban en la sala. Imagino que nadie podía explicarse como un niño podía salir tan feliz de un sitio así, pero lo mejor es la emoción con la que Derek contaba a sus padres su historia era real:

-  ¿Cómo ha ido?

- ¡Bien! ¡Ha sido muy rápido y muy guay! Me han pinchado y me han puesto un líquido rojo muy fresquito y me gustaba.

- ¿Y qué te han dado, un gorro? -Preguntaron sus padres entre risas tras ver la emoción del niño raro.

- ¡Si! Y una jeringuilla porque me he portado muy bien.


...Increíble Derek y su forma de vivir las cosas.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora