Franc, trabajaba en una azulejera de bastante prestigio en su ciudad. Allí vio una buena oportunidad laboral fuera de España, esto hizo que la familia se fuese a Londres una buena temporada pero allí, pese a que todo había cambiado, la mente de Derek no dejaba de sorprender.
Una tarde, mientras Frida organizaba sus joyas y papeles del cajón de su habitación tras la mudanza, el pequeño Deck vio triste a su madre y en ese momento se convirtió en el gran Derek viejo amigo de la mujer:
- ¿Por qué no le dejas? -Preguntó el joven a su madre sin entender por qué seguía sufriendo por alguien que no le prestaba siquiera atención.
- Porque le quiero... -Respondió la triste madre en tono de realmente no saberlo ni ella misma, simplemente aguantaba lo que le había tocado por amor.
- Pero él no. - Replicó Derek intentando hacerle ver que aquello ni valía la pena ni iba a ninguna parte.
Conversaciones de adultos eran las que mantenía Derek a diario e incluso un día prometió algo que nuevamente sorprendió a Frida:
- Pues yo de mayor voy a ser todo lo contrario a papá. - Dijo sabiendo que todo al revés sería lo mejor que podría hacer como persona para él y su madre seguro.
Pese a su corta y temprana edad, Derek ya pensaba con la cabeza y sabía cosas de las que muchos, incluso en edad avanzada ni logran ver.
Viajes de Franc al extranjero hacían comprar el cariño de su hijo con peluches de animales que tanto le gustaban. Uno de cada país, pero Derek no tenía maldad alguna, todavía no sabía lo que era el odio, solo sabía lo que era correcto y pese a que no le parecía bien el sentimiento que veía en su madre ni los actos de su padre, él se limitaba a disfrutar de cada momento como haría cualquier niño de su edad jugando a fútbol con su padre cada domingo, yendo a la exposición de antigüedades antes del almuerzo, a dar de comer a las palomas solos o acompañados de su madre en cualquier parque, etc.
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DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)
Non-FictionA veces nos toca vivir situaciones complicadas. Otras, creemos estar arriba pero realmente nos hemos olvidado los recursos abajo. Y bajamos. Quizá tardemos años en aprender a subir nuevamente, pero esta vez, de verdad. Hay tantos obstáculos hasta ll...