ALERTA ROJA

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Franc pasaba la mayor parte del tiempo en casa, si no estaba en casa estaría potenciando su ludopatía. Frida trabajaba en un sitio donde siempre tenía que ir en traje, así que los vecinos y conocidos que tanto odiaban a esa familia, por interés y apariencia incluso le hablaban y Derek, semi-poseído haciendo pellas. Aquello podría parecer una escena de cine totalmente asimétrica pero todos los hilos sueltos se unirían y atarían cabos cuando el joven llegase a casa.

Dado que siempre llegaba antes de hora con la excusa que algún profesor había faltado y les habían dejado salir antes, un día, cuando Derek llegó, se encontró la casa vacía y aprovechó para encender el ordenador y ver quién había conectado en su messenger. En aquel entonces, había una versión plus que guardaba las conversaciones en carpetas, se podían enviar zumbidos para llamar la atención a la otra persona, añadir iconos y muchas cosas más pero, quedándonos con lo primero, el chico entró en la carpeta donde se guardaban las conversaciones de aquel chat personal sin saber siquiera el motivo ya que él lo tenía configurado para que ninguna conversación suya se guardase, y por eso, cuando vio varias conversaciones guardadas se extrañó.
Comenzó a ver direcciones de correo que desconocía, pues él se acordaba muy bien de las direcciones de sus contactos pero, con el desconcierto un poco en la mano y la mente llena de dudas por si quizá había olvidado alguno, decidió abrir una de aquellas conversaciones.

¡SORPRESA! Era la carpeta de conversaciones de Franc:

- No me gusta el semen pero el tuyo me lo tragaría enterito.

-Mmmm...

Los ojos se abrían junto a una cara de sorpresa y asco a la vez sobre lo que estaba leyendo.
Alarmado comenzó a inquietarse:

- Joder, esto tengo que decírselo a mi madre pero, ¿Cómo? Le va a doler. Mejor no se lo digo... Si, esto tiene que saberlo. Bf... ¡Qué dilema!

*Clack, clack, clack*

- ¡Oh no! La llave, última vuelta, mamá viene.

- ¡Mamá!

- Hola hijo, ¿Cómo estás?

- Mmm... Ven, tengo que contarte algo.

Frida siguió los pasos de su hijo hasta la habitación donde tenían el ordenador de sobremesa:

- Siéntate. -Ofreció Derek a su madre.

- No, tranquilo, siéntate tu. -Rechazó al haber solo una silla.

El chico tomó asiento y comenzó:

- Mira mamá, he encontrado esto y creo que deberías enterarte. No quería decírtelo pero debes saberlo.

Abrió la conversación nuevamente.

- ¿Qué es eso?

- Son las conversaciones de papá, se ve que no sabe que se quedan guardadas.

Frida comenzó a leer en silencio y a revisar aquello sin mostrar ninguna expresión.
Derek observó.

- Lo siento, es que... y que un niño tenga que leer eso pues...

- Tranquilo, todo está bien. Gracias por decírmelo.

- ¿Seguro? -La duda le corroía.

- Ya llegará su momento.

Las cejas de Deckie se arquearon hacia arriba, no sabía cómo habría afectado aquello realmente a su madre aunque él supuso que como una puñalada en el centro del corazón pero tampoco sabía qué podría tener entre manos aquella mujer.


Frida comenzó a dejar de ser la sirvienta de aquel hombre y se convirtió en, simplemente, su compañera de piso mientras comenzaba a mover hilos. Dejó de lavarle la ropa, comenzó a ponerle guindillas en los bocadillos de la comida de su todavía marido, empezó a hacerle ver que si quería bañarse debería ser él quien se llenase la bañera y, por supuesto, nada de sexo.

A la vez, cogía el móvil de Franc quién, por intención o descuido, comenzaba a dejarse en casa. Cogía las llamadas de sus queridas, leía sus mensajes y, por supuesto, anotaba sus números.
Tal vez su marido lo hiciese de forma intencionada para herir a la mujer pero lo que no sabía que estaba dejando todas y cada una de sus pruebas al descubierto totalmente y, por supuesto, en su contra cara a la ley.

Mientras tanto, el joven se revelaba. Faltaba tanto a clase sin justificación alguna que un día, tras llegar a casa de aquel parque natural al que siempre iba, casualmente su padre estaba en casa y se enfrentó a la batalla más fuerte que él imaginaba:

- ¡Hola! -Dijo al entrar en casa.

- ¿De dónde vienes? -Dijo Franc con tono desafiante.

- De clase. -Respondió Derek con tal de seguir llevando a cabo su tapadera.

- De clase no vienes porque se que llevas tiempo sin ir. -Comenzó a explicar su padre.

- ¿Y tú qué sabrás? -Se defendió.

- Ha venido la policía escolar, dice que llevas mucho tiempo sin justificar ninguna falta y a saber desde cuándo no vas. Me ha llamado la atención.

El joven se sorprendió al oír la palabra policía pero nada dejó que su rostro mostrase.

-¿Por qué no vas? -Insistió Franc.

Derek, antes de lanzar la respuesta imaginaba a su padre loco abalanzándose sobre él pero tuvo que hacerle frente y responder:

- Porque no me da la gana. -Dijo de forma firme, chulesca y con valentía.

Pero, para su sorpresa, quien más se sorprendió por aquella reacción fue el hombre que lo miró, se dio media vuelta y volvió a la habitación junto al ordenador.

- Ya hablaré con tu madre.


DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora