"SIEMPRE HACE FALTA UN GOLPE DE LOCURA PARA DESAFIAR AL DESTINO"
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Una semana después NARRA ALAIA
— No puede ser ¿de verdad te lo pidió así? — pregunto emocionada a Lyna, ella asiente sonriente con un leve sonrojo en sus mejillas.
— Ya era hora de que Harry por fin hiciese algo bueno en su vida por lo que me han contado ustedes y no puedo creer que lo haya logrado. Me siento muy feliz con él.
Estamos muy felices porque nuestro amigo el mujeriego que todos conocemos, se le declaró a nuestra amiga la misma noche del yate después de hacer un par de cositas que no voy a nombrarles. Lo interesante del asunto es que ahora son pareja oficialmente. Todos nos sentimos demasiado felices por ellos dos porque se ve a simple vista que ambos tienen una química impresionante y la forma en la que Harry la mira, lo delata por completo. Solamente me alegra que haya seguido mis consejos y poder haberse conseguido una novia formal y decente.
— Dios, estaba esperando este día... Harry me debe veinte dólares porque aposté con él a que encontraría una pareja sentimental estable. — habla Betty
La castaña ríe — pues, reclama tu dinero... Será mejor que me vaya, tengo mucho trabajo, adiós.
Lyna se despide de nosotras y se va de mi oficina casi corriendo. Ella trabaja de reportera en el periódico de la ciudad New York Times así que es un empleo un poco agitado. Quedamos de almorzar hoy. Voy a mi escritorio y me siento para continuar con lo mío pero un leve dolor de cabeza con un mareo y náuseas llegan a mi cuerpo, hago una mueca. No dudo más y me voy corriendo al baño donde descargo de nuevo todo el batido de proteína que me había tomado hace menos de media hora. Betty viene y me ayuda recogiendo mi cabello.
— Tercera vez en la mañana que vomitas, Alaia, definitivamente eso no es normal. — me dice pasándome una pequeña toalla, limpio mi boca.
— Seguramente los fideos chinos que anoche cené con Peter me cayeron mal...
— A menos que...
— ¿A menos que qué?— me levanto del suelo donde estaba arrodillada y camino a mi escritorio de nuevo con un poco más de lentitud por mi mareo.
— ¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo con Peter?
— Hace una semana, creo, ¿por qué...? — abro mis ojos al darme cuenta de lo que me dice mi amiga, ella muerde su labio y hace lo mismo — oh... Eh... Tal vez. Debemos confirmarlo.
— Iré a comprar una prueba.
Ella no lo piensa más y se va casi corriendo a la farmacia más cercana. Por mi parte me siento en la silla giratoria mirando a la ventana mordiendo mis uñas ¿y si estoy embarazada? eso sería increíble porque Peter y yo estamos esperando para poder tener bebés. Daría un completo vuelco a mi vida tanto personal como laboral, aunque eso es lo que menos me importa. Tomo mi celular y marco el número rápido.
