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NARRA ALAIA
Me despierto oyendo el sonido de los autos tocando sus bocinas en la calle y el ruido de la multitud. Me estiro en la cama tallando mis ojos y los abro, viendo que estoy durmiendo sola. Estiro mi mano al mesón y en vez de tomar mi teléfono tomo la pegatina que hay pegada en la madera. "Estoy en el gimnasio, vuelvo en 2 horas, te amo♡ -Pet." Suspiro arreglando mi cabello y voy al baño para prepararme para el día. Creo que hoy vamos a pasear por París un rato.
Luego de una hora ya estoy lista, me pongo un poco de labial y me levanto tomando mi bolso. Me giro cuando la puerta se abre encontrando a Peter con un ramo de rosas gigante.
— ¡Feliz aniversario de no sé cuántos años juntos! — grita sonriendo.
— ¿No estabas en el gimnasio?
— Osea sí pero sólo duré 1 hora, el resto fui a buscar el regalo.
Ruedo mis ojos sonriendo y le doy un abrazo — feliz aniversario a tí también, pero no creas que lo olvidé, tengo un regalo.
— ¡Peter eso no es azúcar, es sal! — grito mirándolo tomar una bolsa que no tiene marca.
— ¡Ay no! ¡ya lo arreglo! — se queja dejando de echar en el bol.
Me pareció que una tarde haciendo pasteles en una pastelería famosa de París sería un buen regalo para Peter, lo cual lo está siendo pero... él no tiene buenas habilidades en la cocina que digamos.
— "Echar dos cucharas de polvo para hornear, después dos yemas de huevo y batir energéticamente"— lee en el libro. Hace lo que dice y bate con ayuda del batidor eléctrico — es fácil, puedo hacerlo.
— ¿Seguro?... Yo mientras encenderé el horno.
Él asiente y yo me doy la vuelta yéndome al horno. Volteo a las ventanas de la pastelería saludando a las personas que están ahí y quiere entrar, fans, ya saben. Obviamente hay guardias alrededor del local para que no hayan inconvenientes. Sí, alquilé todo para nosotros.
— Ya está listo el horno así que podemos ir haciendo la... — volteo viendo a Peter con masa en el cabello y harina en los brazos — ay, Peter, ¿qué hiciste?
— Intenté echar harina mientras batía sola, pensé que se quedaría quieta pero no— responde. Evito reírme al ver que tiene harina hasta en los oídos.
— Mejor déjame eso a mí.
Después de ese trágico intento de hacer un pastel, que al final hicimos una torre llena de crema, fuimos a pasear por el centro.
— ¿Y si llamo a los niños? ¿qué estarán haciendo? deben estar extrañándonos— digo agarrando el brazo de Pet, el asiente estando de acuerdo. Saco mi teléfono y llamo a Betty, a los 3 tonos contesta. — ¡hola Bett! ¿cómo están por allá?
— Ehh... ¡bien, todo bien! ¡los niños están divirtiéndose mucho conmigo!
— ¡Mami, la tía Betty tiene una espada samurái!
— ¿Una espada qué?
— ¡Guau, Betty, no sabía que tenías una! Charlie, no pelees sin mí— habla Peter emocionado, lo fulminó con la mirada y él se echa para atrás haciendo caso.
— Betty, ¿con qué están jugando mis hijos?
— ¡Con nada! están hablando de un juego en mi computadora, no te preocupes.
Se oye un estruendo al fondo. — ¡tía Betty, Lila es de color púrpura!
— ¡Debo irme, adiós!
La rubia cuelga sin dejar que yo le diga más nada. Guardo mi celular preocupada.
— Ay, fue mala idea dejar a los niños con Betty, para la próxima los dejaremos con Pepper y Morgan. No puede con ellos dos sola.
— No te preocupes, amor, seguramente se la están pasando bien. Por lo que escuché, se oían muy felices. Y tampoco te estreses tanto, vamos a volver a casa pasado mañana.
— Okey... — me da un beso en la frente y una sonrisa tranquila.
— Ay, sí necesitaba esto... — susurro sonriendo contenta mientras la masajista hace varios masajes en mi espalda. — ¿Enserio no te estas aburriendo, Pet?
— Para nada, yo estoy bien aquí.
Giro mi cabeza viéndolo jugando videojuegos muy entretenido, ya sé por qué no se ha quejado. Su regalo fue una tarde en un spa muy relajante, una excelente idea para mis gustos. Luego de algunos masajes me hicieron mascarillas en el rostro y arreglaron mis uñas.
— Me llaman del trabajo, espera. — avisa Peter contestando el teléfono y saliendo de la habitación. Se ve un tanto angustiado. Regresó y se sentó en un sillón masajeador.
— ¿Quién era?
— El jefe. — alzo mis cejas sabiendo quién es.
— Eh... ¿pueden dejarnos un minuto a solas? — pregunto a las mujeres, ellas asienten y salen dejándonos solos — ¿para qué te llamó Nick Fury?
— Dice que... hay problemas. Muy graves. Según él.
— ¿Qué tipo de problemas?
— No lo sé, dijo algo sobre portales en dimensiones o algo así, la señal no me permitía entenderlo muy bien. Dijo que apenas lleguemos a Nueva York le avisemos, que todavía no es seguro, pero necesita nuestra ayuda.
— Bien... Me suena un poco preocupante.
— Es nuestro día, pensemos después en las complicaciones.
Asiento recogiendo mi cabello. Últimamente las cosas no están del todo en su lugar.
