Capítulo 20: Los Nobles

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Nuestra larga espera fue un suplicio para todos en la casa. Rick había dicho que vendrían el mismo día de su cumpleaños y preocupaba mucho más eso por que faltaban solo cuatro días para esa fecha, ávidamente pero nerviosamente esperada por mi familia. De toda mi familia, Sofí, Rick y Cleo, eran los más estresados con el asunto de los "enviados misterios" de su abuelo Eustace. Sin embargo, no eran los únicos.

Finalmente, decidimos contarle a mi abuelo sobre lo que le había pasado a Rick; este enfureció cuando supo sobre eso pero al explicarle los motivos se calmó un poco, aun así, estaba molesto. Jack tomó la decisión de llamar todos los domingos, después de su misa, para saber de nosotros y a Cleo le pareció una buena idea, para calmar los nervios de su padre e igualmente de sus hermanos. Dos días habían volado y se acercaba peligrosamente la fecha de la llegada. Rick se había memorizado muy bien los rostros de los Mensajeros; había dicho que eran adultos con aire de jóvenes. Y según mi tío eran dos hombres, una mujer y una niña. Mientras el tercer día se estaba terminando, todos esperaban ansiosos, saber de los Mensajeros; sin embargo, el nerviosismo del ambiente era ajeno a mi situación. Tenía un asunto más importante que atender: hablar con Lucas.

Decidí salir hacia el patio delantero, con las luces del porche como acompañantes de esa noche. Caminaba en círculos, por la grava del camino y miraba mi celular con desasosiego. Me temblaba la mano, como gelatina. Suspiré con el poco valor que había conseguido y...presioné para marcar. Un nudo en la garganta se me hizo, mientras el tono retumbaba en mi oreja

— ¿Alo? — sonó una voz. Era Elizabeth Corbett. — ¿Quién habla? — preguntó

—Uhm, hola...Elizabeth. Soy yo, Madison. —contesté nerviosa

— ¡Oh, hola, Maddy! — saludó risueñamente. — ¡Hace tiempo que no sé de ti! ¿Cómo estás? ¿Cómo está Cleo? — me dijo aun contenta pero relajo la voz

—Yo estoy bien y mi mamá también. — respondí tratando de fingir la felicidad, pero era inútil— Oye, Elizabeth ¿no se encuentra por ahí...tú hermano Lucas? — le pregunté al fin por él

Hubo un momentáneo silencio entre nosotras y eso me pareció mala señal. ¿Es que no estaba Lucas en casa hoy? ¿Por qué el mismo no contestaba su propio celular? ¿Es que acaso estaba harto de mí y ahí la razón de no tomar su llamada? Quería la respuesta ahora.

— ¿Elizabeth? ¿Estás ahí? — le llame y finalmente reaccionó

—Mmm, es que...—dudó e hizo una pausa. Estaba nerviosa. — He salido del campamento con los muchachos hace unos dos días. Eso es, salió de acampado. — me explicó con risas nerviosas

—Entonces...no está, ¿cierto? —murmuré

—Exacto, no está. Lo siento por ti, Maddy— se disculpó. — ¿Quieres que le dejé algún mensaje de tu parte? Yo se lo puede decir y para que así te llame cuando vuelva, ¿te parece? —me sugirió

—No. No gracias, Liz — le dije ligeramente. — Y por casualidad, sabes, ¿cuándo regresarán de acampar o el posible día que regresaran? — le pregunté

—No, no lo sé. Lo lamento, pero si quieres yo...

—No, no importa, Liz. Gracias por tu ayuda— la interrumpí rápidamente

—Ah, bien. De nada, Maddy. Buenas noches— se despidió en tono amable

Yo solo suspiré, pasándome la otra mano por la cara.

—Buenas noches. Adiós— dije y colgué. —Así que no está Lucas Corbett... —siseé con acidez

Regresé a la casa, decepcionada. Lucas no estaba en su casa y no sabría cuando volvería a su hogar, me sentía una estúpida y vacía. Esa noche dormí bien, sin embargo estaba preocupada; angustiada por él

Luz y Oscuridad © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora