Capítulo Extra (Cleo y Zane)

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Gemí y sentí el cuerpo pesado. Sentí una mano acariciándome, mi cabello y entonces, lo olí. Sonreí y abrí los ojos. Estaba oscuro pero pude verlo. Su silueta, a mi compañero, mi esposo. Zane. Él me estaba mirando e hizo una ligera sonrisa. Me moví e involuntariamente, puse las manos en mi vientre, pero no sentí nada. Acaricié mi estómago encima de mi pijama. Era tan extraño no sentir patas ni codazos, estuve un año entero embarazada; todavía me estaba acostumbrando a no tener nada, pero así era. Hice un suspiró innecesario. Zane se movió más cerca e intenté levantarme un poco. Mi estado todavía era frágil, pero no estaba tan mal; sin embargo no podía excederme.

Zane llegó y me apoyé en sus brazos. Me acuné en ellos y dejé mi rostro en su pecho. Él me abrazó y me acurruque más. Dure un momento más, y alcé la mirada.

—Te amo —susurré

—Yo también te amo, mi Cleopatra— contestó, y sus ojos esmeraldas, chispearon.

Zane se acomodó y se sentó en la cama. Yo miré para afuera, estaba oscuro. ¡Estaba nevando! Volví a ver a mi esposo, me apretó con más fuerza y solté un gemido. Él no me soltó pero fue más suave, lo escuché sisear, y a pesar de todo estaba cálido.

— ¿Zane?

Dejó de abrazarme, me quite las sábanas para erguirme. Zane me miraba y acarició mi rostro.

— ¿Quieres hablar?—preguntó

Asentí, y toqué mi cabello.

>>> ¡Puaj! ¡Quiero mi rojo! <<<, pensé y apreté un mechón de mi cabello.

Extrañaba el olor del tinte, pero mi color natural era castaño claro, por el momento. Respiré

—Estás preocupado por mí y los niños — murmuré y toqué su rostro. — No deberías, mi amor...

Acarició mi mano, para darle un suave beso en la muñeca.

—Lo estoy —repuso con tono serio. — Es mi culpa. Yo...no debí —susurró y se calló un momento. Había tristeza en su rostro.

—Ssshhhhh —lo callé y añadí: — También es mi culpa, Zane...

—Es de los dos —me interrumpió y asentí.

—Lo sé.

Zane suspiró y continué tocando su mejilla. Duramos un rato en silencio, además de los ligeros ruidos que percibí, en la sala y algunos afuera, no había nada más. Menos mal, puse mi atención detrás de mí y miré la cuna doble. Los velos de seda, de color blanco y con encajes, estaban cerrados y i miei due bellissimi angeli dormían. Katherine y Jackson. Sonreí.

—Ellos duermen mucho—señaló mi esposo

—Sí. Así eran los chicos antes —comenté, con nostalgia

— ¡Pero uno dormía mientras los dos lloraban! — comentó él con molestia

Me reí.

—Es cierto...—susurré

Volví a mirar a mi esposo, hice una mueca y mi labio tembló. Él puso un rostro serio.

— ¿Estás bien?—inquirió. — ¿Tienes sed, de nuevo?

Toqué mi garganta. Ahora estaba en un estado en que debía saturar mi sed y controlar mi hambre. No podía comer nada sólido, nada normal por el momento; mi cuerpo lo rechazaba y lo vomitaba, al momento. Había intentado comer algo hacía unas horas, pero lo arrojé fuera de mí a los minutos. Me faltaba un largo camino para recuperarme.

Negué.

—No es nada— repuse. — ¿Trajiste tu violín?

Eso pareció animarlo, porque me sonrió.

Luz y Oscuridad © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora