Capítulo 26: Obsequios

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Faltaba aproximadamente dos días para mi cumpleaños. Zeke y Carly estaban muy entusiasmados por esa fecha. Mis hermanos y yo estábamos esperanzados de que nuestros, se hubiesen tomado la molestia de comprarnos a cada uno su propio auto, aunque fue uno, para usarlo los tres. Carly fantaseaba con un flamante Porsche de carreras color rojo para ella sola y añoraba tener un auto deportivo con cual presumir sobre las vías del viejo White Rose, y mostrar que ya no era una bebita de mamá. Alucinaba con ese auto; y eso me provocaba repulsión ¡Es solo una niñita consentida y mimada de papi! ¡Era la versión más infantil y juvenil de Jennifer, pero, veinte veces peor! Era demasiado consentida...

En cambio, mi hermano y yo solo queríamos un buen auto, no nos importaba que automóvil fuera, solo queríamos nuestro propio auto, para al menos tener un poco de independencia. Mis tías querían organizarnos nuestra fiesta, por cada ínfimo detalle que se necesitara para hacerlo, mis tíos y mi papá también querían colaborar con la fiesta, así que cada uno estaba encargado de algo. De la misma manera, deseoso de ayudar estaban mi abuelito Jack y mi mamá. Jack estaba considerando hacer sus "acreditadas" galletas de vainilla e iba hacer un montón para el cumpleaños. A nadie en la casa esas galletas —si es que se les podía llamar de esa manera —, esas galletas eran algo inusuales por algo, mmm...no sé, quizás raras, o mejor, peculiares, en un sabor y forma. Vanessa había tratado de mil y un formas para hacerle cambiar la receta de Jack, pero este como siempre decía que sus galletas, seguirían siendo como él las había inventado; con su receta especial secreta. Alex nos había dicho que esa receta, originalmente, era de Esthela y que había sido estupendas hasta que Jack empezó a hacerlas. Faltaba un día para el quince de octubre, y para ser mi fecha especial. Y ya habían pasado casi dos semanas, desde que Luke se había marchado de White Rose y lamentablemente no sabía hacia donde se había dirigido el pobre. Estaba algo indecisa con sí o no borrar de mi celular su número, pero era demasiado para mi poder hacerlo, no sabía si verdaderamente no lo volvería a ver jamás; aunque él había dicho que regresaría algún día. Pero ¡algún día era muchísimo tiempo! No sabía si sería al bueno para mí, esperar tanto por su regreso al poblado, sin embargo, tal vez era algo que debía afrontar poco a poco, aunque fue doloroso de lograr.

Estaba tan confusa con este día, que deseaba que se terminará. Me encontraba envuelta en un capullo de mantas rosadas y las almohadas de mi cama, Mr. Pidy estaba conmigo, entre mis brazos; mi grande, descuidado y anaranjado oso de peluche, estaba acompañándome. Había dormido un poco intranquila, por esta fecha, pero sabía que no podría evadirla para siempre, aunque fue un poco. No quería agregar otra angustia a la lista de mi acongojada y agitada madre; no deseaba crearle un problema a Cleo por mis delirios amorosos, así que esto, lo tendría en secreto hasta el día del nacimiento de los mellizos. El vientre voluminoso de mi mamá estaba casi a punto de reventar y como en noviembre, ella daría a luz no me sorprendía nada en absoluto su gran tamaño. Para variar Carly seguí con el deseo de ese auto, y al parecer la noche anterior la había escuchado soñar con ese dichoso automóvil.

Ya el sueño se había esfumado de mí y estaba frustrada. Hacía cuatro días me había enviado un mensaje al celular, diciéndome que me llamaría para desearme feliz cumpleaños; que estaba bien y se encontraba en Branford, pero sentía una terrible sensación por su mensaje y en vez de calmarme los nervios de mi cumpleaños, me hizo sentir aun peor de lo que estaba por no tenerlo cerca. Tenía que admitirlo, hecha mucho de menos a Luke. Me sentía sobrecogida, porque ahora esas emociones del corazón estarían un tiempo domadas, pero si bien estaban "algo" selladas en mi alma, podía sentir que...aun podían liberarse de nuevo, si no veía a Lucas en un buen tiempo. Me envolví aún más entre las sábanas rosadas y con las almohadas; quería quedarme ahí, aunque estuviese el sol afuera con su resplandor; no me importaba, quería estar ahí embojotada, entre mis subjetivos pensamientos y deseos, para poder estar en paz. Entonces, sentí un tirón en mi sábana, que me destapo la cabeza

Luz y Oscuridad © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora